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miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo 3 (parte 2)

-Capítulo 3:
Cuando entraron al pequeño laboratorio, Hughes dio un paso hacia atrás y se colocó detrás de Aby. Ella le miró y no pudo evitar una sonrisa ante el gesto.
  -¿Qué tienes Brook?
  -Antes de darte mi gran descubrimiento, me gustaría decirte que le he hecho las pruebas toxicológicas normales y me ha dado positivo en…
  -Nitrito de amilio ¿verdad? Comúnmente llamado Popper.
  -Excelente Weaver, excelente. Pero tengo algo que te gustará. Cuando se ha descongelado, he visto las mismas marcas que en Isabel Jones. Lo he comprobado varias veces y son exactamente iguales.
  -¿Quieres decir que fue el mismo asesino?- preguntó Hughes.
  -Podría ser, aunque también podría ser el mismo arma- respondió.
  -Yo voto por que sea el mismo asesino. No hablamos de algo común como una pistola o un cuchillo, sino de un arma que seguramente se ha hecho a medida para esto- dijo Weaver.

Aby notó un escalofrío por la espalda al decir aquella frase. Estaba claro que ese arma no estaba registrada porque la había echo a medida para los asesinatos. Eso solo podía significar que lo tenía todo planeado, que no eran simples asesinatos provocados por los celos o por un ataque de rabia, sino que habían sido premeditados.
  -Tenemos que ir a la comisaría. Seguro que las victimas tienen algún tipo de relación, la que sea- dijo Huxley.
  -Ya lo miramos. No iban a la misma universidad, ni frecuentaban las mismas personas. He llamado a Joel y a Tamala y ninguno conocía a Kelly- dijo Hughes.
  -Tiene que haber algo, cualquier cosa. El nexo que los una será su asesino. Quizá compraban en el mismo supermercado, o usaban un mismo servicio de taxis…lo que sea.
                       …………………………..
Aby amontonó los montones de papeles en su mesa de la oficina. Las vidas de las dos chicas resumidas en folios. Una especia de biografía escrita con cheques, cifras y cantidades.
Hughes y Huxley se sentaron a su alrededor y cogieron algunos de los montones.
  -¿Por donde empezamos?- preguntó Hughes.
  -Quiero que comprobéis los gastos de las víctimas en los últimos dos meses. Mirar si hay alguna coincidencia como por ejemplo que fueron a comer a un mismo restaurante o compraron en una misma tienda. Yo voy a mirar las cuentas de Kelly.
Aby tecleó el nombre para acceder a la cuenta de la victima. Empezó desde la última semana. Todo eran cosas normales, sacaba pequeñas cantidades para cosas sin importancia, pero de repente vio algo extraño. Había sacado mil dólares de su cuenta justo el día anterior al del asesinato. Aby marcó el número del banco y esperó a que le pasaran con el director de las oficinas.
  -Soy la agente Aby Weaver de la policía de Nueva York, me gustaría saber si ayer Kelly Sanders extrajo una cantidad de mil dólares de su cuenta.
  -Lo siento, no puedo rebelar información privada sobre las acciones de mis clientes.
  -Investigo un caso de asesinato-dijo ella irritada- a su cliente le da igual que me lo diga, así que responda ¿Extrajo la cantidad?
  -Si- respondió fríamente el director del banco.
  -¿En efectivo?
  -Si, yo mismo supervisé la acción.
  -Gracias- y colgó.
Aby se levantó de la silla y destapó el rotulados negro que estaba sobre la repisa de esta. El olor de la tinta al que ya estaba acostumbrada volvió inundar los sentidos de la inspectora. Apuntó la cantidad extraída bajo la foto de la victima. Dio unos pasos hacia atrás para contemplar el lienzo blanco que ya comenzaba a tomar algo de color, pero pese a tener la pizarra prácticamente llena no tenían nada de valor que les condujera a ningún sitio.
El teléfono de su mesa sonó con su inconfundible pitido y Aby lo descolgó de nuevo. Parte de la tarea de investigación de un crimen se hacia en las oficinas y sobretodo por teléfono.
  -Soy Robert- dijo el informático- he localizado de donde proviene la señal del  tipo del chat.
  -Vale voy para allá.
Aby colgó y les hizo una señal a sus compañeros para que la siguieran.
Cruzaron las oficinas a paso rápido y llegaron al ascensor sin pronunciar palabra. Cruzaron el vestíbulo de madera de arce antiguo bajo las atentas miradas de sus compañeros de otros departamentos que los observaban para distraerse un poco de su trabajo. Entraron por una de las puertas de la última planta y cruzaron un solitario y monótono pasillo de puertas de madera colocadas a los lados. Las luces de los flexos del techo parpadeaban dando al pasillo pequeños momentos de oscuridad. Los zapatos de la inspectora era lo único que se escuchaba. Se acercaron a la puerta del fondo donde un pequeño haz de luz se filtraba por debajo de la puerta. Giró el pomo sin llamar, sobresaltando a los informáticos.
  -¡Podrías llamar antes de entrar!- le reprochó Robert.
  -Prefiero contar con el factor sorpresa para saber si estáis trabajando o haciendo el vago- le respondió ella-¿Qué tenéis?
  -El tipo en cuestión se conectaba desde un cibercafé que hay en la segunda junto con la primera en el Harlem este.
  -Eso es como no tener nada, miles de personas se habrán conectado en ese cibercafé.
  -No es todo. Tenemos la hora de su última conexión, quizá eso sirva para localizarle.
  -Está bien yo me voy a la cafetería a ver si tengo algo. Hughes y Huxley seguid revisando las cuentas y buscar alguna conexión. Quiero saber en que se gastaron Isabel y Kelly el dinero en este último mes. Si tenéis algo llamadme.

Se subió de nuevo a su coche y tomó el camino más corto hasta la dirección del cibercafé. Cruzó la novena donde estaba su comisaría a una velocidad considerable. Pero el tráfico en la séptima era lo suficientemente denso delante de Central Park como para conducir sin parones. Se detuvo frente a uno de los semáforos y observó a traves de las verjas los árboles de Central Park que se alzaban majestuosos sobre el cielo invernal, cubiertos por una densa capa de nieve virgen que solo dejaba al descubierto pequeños resquicios de un color verdoso oscuro que se asomaban bajo la impoluta nieve de la noche anterior. Cuando el semáforo se puso en verde tras un tiempo que a Aby le pareció infinito, retomó la marcha por Park Avenue hasta llegar a la segunda pasando por el Upper East Side hasta que por fin llegó a la puerta del cibercafé.
Al entrar la gente ni se percató de su presencia. Estaban demasiado enfrascados en las pantallas del ordenador para fijarse en ella. Echó un rápido vistazo para ver cuanta gente había, calculó que cinco en los ordenadores y uno sentado en la barra junto con el camarero. Pasó por delante de diversas mesas y solo una persona se dignó a dirigirle una rápida mirada para después volver al objeto de su interés.
Aby se acercó a la barra y el camarero dejó de hablar para mirarla con desprecio.
  -¿Qué pasa?- dijo sin soltar un trapo sucio que llevaba en las manos.
  -¿Es usted el dueño del local?
  -Si ¿Por qué?
  -Me gustaría hablar con usted- Aby le lanzó una mirada al hombre que estaba sentado frente al dueño- en privado por favor.
Éste balbuceó una palabrota que Aby ignoró y se movió al otro extremo de la barra sin soltar su taza de café.
  -A ver ¿Qué pasa?
  -Soy la inspectora Aby Weaver de la policía. Investigo un homicidio y me gustaría saber si me puede dar información de una persona que se conectó aquí hace dos días a las nueve y media de la noche.
  -Es imposible que se conectara nadie inspectora, a esas horas yo ya he cerrado el local.
  -¿Ha revisado las grabaciones de esa noche?
  -No, porque no me ha hecho falta. Todas las mañanas miro si me falta algo o si hay algo fuera de lo común y todo estaba bien, así que no tengo razón para hacer eso.
  -¿Las cámaras funcionan toda la noche?
  -Si.
  -Quiero verlas.
  -Como no- dijo con escepticismo- pase a mi despacho.
Entraron a un despacho sobrio y sin apenas decoración. Se sentaron alrededor de un portátil que había sobre el escritorio y el dueño enchufó unos cables a la parte trasera del ordenador. De repente apareció el logo de una conocida empresa de seguridad que Aby había visto muchas veces anunciada por la tele.
  -Cerré a las ocho y media ¿a que hora se supone que se conectó el tipo ese?
  -A las nueve treinticuatro, pero póngalo unos minutos antes.
  -Por supuesto inspectora Weaver- dijo de nuevo con sarcasmo.
Todo parecía normal y en calma. Aby miraba la persiana del local pero no se movía ni un milímetro. De repente alguien apareció desde la otra parte del local y encendió las luces.
  -¡Menudo hijo de perra! ¡Ha entrado en mi local!
  -¿Tiene puerta de atrás?
  -No.
  -¿Comprobó los servicios antes de marcharse?
  -No es un banco, es una maldita cafetería. Ni siquiera quería poner seguridad, pero mi mujer se empeñó.
  -Está bien, me llevaré las imágenes de la cámara.
  -¿Pero no va a investigar quien entró en mi cafetería?
  -Que le sirva de precedente, ahora ya sabe que debería preocuparse más por la seguridad su establecimiento.

Aby retomó el camino que había tomado y volvió a la comisaría. Cuando entró Hughes y Huxley seguían enfrascados entre papeles y tazas de café.
  -¿Qué tenéis?
  -La única acción extraña que realizó Kelly Sanders fue la del día de antes de su muerte- dijo Huxley.
  -E Isabel Jones tenía las cuentas limpias, para ser de una familia rica gastaba poco dinero, y el que se gastaba está justificado.
  -Pues yo si que tengo algo- dijo lanzando el un disco encima de la mesa- los videos del café.
Puso de nuevo los videos y adelantó hasta el momento en el que el sospechoso aparecía de la nada y encendía la luz.
  -Menudo idiota- dijo Hughes- ¿quien entra a robar y enciende la luz?
  -Seguramente ni siquiera sabía que había cámaras. No podemos coger una imagen clara hasta que no se ponga de frente.
El hombre misterioso estaba escondido tras un gorro de lana negro y vestimenta del mismo color. Parecía recién sacado de una de esas películas de humor de los años ochenta sobre ladrones poco habilidosos que conseguían librarse de sus perseguidores gracias, principalmente, a la suerte del momento. Por desgracia esto tenía tan poca comicidad como esas películas tras verlas más de una vez. La cámara no era de gran calidad y el no paraba de moverse. De repente apareció un plano de frente a la cámara. Se veía tan claramente su rostro que Aby pensó que la miraba a ella. Hughes congeló la imagen.
  -Esta clase de tomas solo se consiguen una vez en la vida. Podría decirse que tenemos suerte- puntualizó.
  -Yo no lo llamaría suerte- dijo Aby- lo llamaría “tipo estúpido que se ha puesto de frente en una cámara de seguridad” ¿No se le ocurrió pensar que podría haber vigilancia?
  -Cuanto más idiota, más fácil es de coger- respondió Huxley.
La cara del hombre se encuadró en un pequeño rectángulo de color azul y enseguida la base de datos comenzó a procesar. Pasados unos angustiosos segundos. Una ficha se abrió en la pantalla del ordenador.
  -Rubén Santiagosa- dijo Aby- detenido por tráfico de drogas y unas cuantas agresiones, casi todas con arma blanca.
Ella puso una cara de duda que Hughes percató al instante.
  -¿Qué pasa? ¿No es bastante bueno para ser tu asesino?
  -No es eso- le dijo sin dejar de mirar la pantalla- no ha cometido ni un solo asesinato y todas sus agresiones son con arma blanca.
  -Puede que haya cambiado sus métodos.
  -No lo sé, lo veo un cambio demasiado brusco. Cuando empezamos en esto pensaba que el asesino había planeado cada detalle, cada movimiento…no ha dejado ni una huella en los cuerpos y de repente, se deja ver en una cámara de seguridad. No me cuadra.
  -Todos cometen errores- dijo Huxley- probablemente se le pasó. Aquí pone que hay una dirección en Astoria.
  -Eso está bastante cerca de Bowery Bay y de Lincoln Square.- respondió Aby.
  -¿Llamo por si acaso para pedir refuerzos?- preguntó Hughes.
  -Si, vamos antes de que se nos escape.

1 comentario:

  1. hola vecina de asiento!
    bueno pues te escribo porque me estas obligando a comentarte pero nah que esta muy chaachi y que quiero conti porque si no la que te partira las piernas sere yo!

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