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miércoles, 6 de abril de 2011

Capítulo 3 parte 3

Capítulo :
Aby salió de su Talbot con sus compañeros caminando a su altura. Cuando estuvo frente al edificio dirigió la mirada hacia el portero de este que ojeaba tranquilamente una revista.
  -Policía de Nueva York- eso atrajo la atención del portero- ¿conoce a este hombre?
Aby sacó de su chaleco antibalas la foto de Santiagosa. Cuando sus manos rozaron de nuevo el frío tejido del chaleco recordó el disparo de su compañero, aun demasiado reciente y las palabras de la viuda volvieron a clavarse en su estómago.
  -Si, es Rubén, vive en el tercero ¿Por qué?
  -¿Está en casa?
  -Si subió hace cosa de una hora y no ha vuelto a bajar.
  -¿Hay algún tipo de salida aparte de la puerta?
  -Si, una puerta trasera que da al callejón.
Aby soltó el walkie-talkie de su cadera y apretó al botón para hablar con los agentes de refuerzo.
  -Quiero gente en la puerta trasera del edificio y cerca de las ventanas.
  -Entendido inspectora Weaver- respondió una distorsionada voz al otro lado del aparato.
  -En marcha- les dijo a sus compañeros.
Entraron en fila india y subieron las escaleras del edificio. Aby encabezaba el grupo con la su Makarov dispuesta para disparar. Estaba tranquila. El edificio se mantenía en el más puro silencio y solo de vez en cuando se podía escuchar el chirrido de la madera bajo los pies de los agentes. Llegaron a una zona enmoquetada en una alfombra verde, sucia y de mala calidad que sirvió para silenciar sus pasos. Aby miró el número de latón sobre la puerta. Ese era el sitio. Su corazón comenzaba a tomar un ritmo un poco más rápido que unos minutos antes.
Pegó la oreja a la puerta y pudo percibir unos cuantos ruidos a través de esta. Los analizó. No parecían ruidos ajetreados sino más bien pausados y relajados.
Respiró hondo. “Piensa Aby” se dijo a si misma “No sabes lo que habrá ahí dentro, así que se rápida y concisa. Nada de rodeos, entra, detenlo y acaba rápido. No le des tiempo a pensar.” Esos diálogos consigo misma siempre le habían servido de mucho a Aby. Le ayudaban a concentrarse, a aclarar su mente y a darse a si misma un pistoletazo de salida.
Le hizo una señal a Huxley y el afirmó con la cabeza antes de dar una patada directa a la puerta. El monótono silencio del edificio se desvaneció con el sonido de la madera rota y de los gritos de los policías.
Aby entró, con la Makarov a la altura de los ojos y con el corazón latiendo cada vez más deprisa.
  -Hughes al comedor, Huxley a la cocina yo me encargo de las habitaciones.
Se dispersaron por los pasillos de la casa. Aby habría jurado que había alguien. Todo estaba oscuro y la única luz que parecía haber era la que entraba por las persianas. Caminó pasillo arriba hasta la habitación del fondo. Sus sentidos se agudizaron en esa oscuridad que la rodeaba. Caminó con pies de plomo por el pasillo, escuchando cada detalle, cada movimiento. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad se sintió algo más segura. Se puso frente a la puerta del dormitorio, vigilando las otras puertas que la rodeaban para evitar un ataque por la espalda. Bajo el marco de esta la luz se filtraba iluminando sus pies. Miró a su alrededor pero Hughes y Huxley no estaban allí.
Puso la mano en el frío pomo de metal y giró con cuidado. El chasquido de la puerta al abrirse dio paso a un pequeño chirrido de las bisagras. Empujó la puerta que rebotó contra la pared.
  -¡Policía de Nueva York, salga!
Pero nadie contestaba.
Aby evaluó la situación de nuevo.”No hay armarios ni esquinas, pero hay algo diferente en es te cuarto, algo que lo descuadra de las demás habitaciones ¡Ya está! Demasiada luz, las ventanas están abiertas, pero…¿porqué? “
Aby se asomó un poco a la ventana y la respuesta a su pregunta apareció delante de sus propias narices.
  -¡Mierda!- exclamó al ver las escaleras de incendios.
Colocó una mano en el marcó de la puerta y se impulsó hacia estas haciéndolas tambalearse ante su peso. Subió corriendo los escalones metálicos sin preocuparse del ruido que hacían sus zapatos.
Estaba segura de haberle perdido. “Te dije que fueras rápida no que analizaras” se incriminó, pero de repente una figura se volatilizó del final de las escaleras, desapareciendo por las azoteas.
Aby corrió más deprisa. Notaba el aire frío cortar su piel y revolver su pelo. Subió hasta la azotea del edificio, había subido tres pisos por las escaleras de incendios sin apenas darse cuenta, cegada por la adrenalina del momento. Corrió por las nevadas azoteas pisando charcos congelados y la suciedad que los rodeaba. Santiagosa corría a una distancia lo suficientemente amplia como para tener una distancia considerable respecto a la de Aby. Ella aumentó la velocidad, pero él había pensado lo mismo al girarse y ver que la inspectora le pisaba los talones.
Entonces Aby vió un halo de esperanza. La azotea finalizaba, no tendría salida, tendría que parar y entonces ella se le echaría encima.
Pero las cosas no fueron como ella esperó. Santiagosa se paró en el bordillo de la azotea, pero en vez de rendirse y parar, retrocedió unos metros para coger impulso y saltó al edificio colindante.
  -¡Para!- gritó Aby.
Sus piernas no podían parar y se aproximaban cada vez más al final del edificio. Tenía dos opciones, parar e intentar que los refuerzos lo cogieran o saltar ella. La segunda opción era demasiado arriesgada. Ya saltó una vez en el pasado, pero fue desde un primero, un sexto piso era algo bastante diferente. La distancia era ya era mínima por lo que, al llegar justo al alfeizar del edificio, cogió impulso y saltó.
El tiempo parecía correr ahora más despacio. Su cuerpo flotaba ingrávido a cámara lenta por encima de la calle. No respiraba, se mantuvo con los ojos abiertos rezando por parar en el edificio.
De nuevo todo volvió a su ritmo normal y Aby vió que sus pies pararían donde ella había planeado. Pero ahora el tiempo pasaba más deprisa y ella aun estaba algo conmocionada del salto que había tenido que dar.
Cuando sus pies pisaron el suelo resbalaron en un charco de agua congelado y Aby cayó contra su hombro. Notó una punzada de dolor, pero no se detuvo, se levantó de un salto y siguió corriendo.
Entonces vió a Santiagosa llegar al final del edificio de nuevo. Aby pensó que otro salto más la esperaba otra vez. Pero en vez de eso, Santiagosa se paró en seco. Cuando su cuerpo intento darse la vuelta para retroceder, notó el frío metal de la pistola de Aby, presionando su nuca.
  -¿Te has cansado de dar saltitos?- dijo ella con una sonrisa irónica.
                
                  ……………………………..

Aby miraba desde la otra parte del cristal. Su puso la mano en su hombro dolorido y recordó la sensación que sintió cuando sus pies sobrevolaban el espacio entre los edificios, cuando no sabía si llegaría a la otra parte o perecería en el intento. Había sido una descabellada por su parte, si hubiera esperado tal vez se habría parado y ella no habría tenido que saltar.

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