Vistas de página en total

jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 1 parte 5

Capítulo 1
Un agente se acercó a los policías vestido con el uniforme azul característico.
  -Brook quiere que vaya inspectora.
  -¿A nosotros no nos invita?- dijo Huxley.
  -Claro que no idiota, solo le interesa ver a la joven y preciosa inspectora- le dijo Hughes.
  -Vamos- dijo ella sin poder evitar la sonrisa.
Brook iba ahora con su bata blanca de forense, ataviado con la limpieza de algunos utensilios quirúrgicos.
  -No sabía que vendría con sus guardaespaldas inspectora.
  -Son mis compañeros y me ayudan con la investigación.
  -Te lo dije- le susurró Huxley y Hughes.
Los dos rieron y Brook les miró con desprecio.
  -¿De que se ríen ese par de monos con placa?
  -De nada, no les hagas caso son como adolescentes ¿Qué tenemos?- dijo ella desviando la conversación.
  -Como dije la causa de la muerte es ruptura de cuello, rápido y limpio. Tiene una moradura alrededor del cuello y una marca de presión en el lado izquierdo de la cabeza.
  -¿Con que le han hecho eso?
  -Eso es lo raro. He mirado en mi base de datos y no coincide con ningún instrumento conocido. Por lo que yo he averiguado parece una especie de palo sólido con un semicírculo que rodea el cuello.
  -¿Y como se supone que la mató?
  -Las marcas muestran que estiró el cuello de la chica y luego lo giró, la madera se encargó de partirlo.
  -Pero las marcas del cuello no muestras rozaduras que podría hacer una madera o un metal.
  -Muy astuta inspectora, pero como comprobará la supero en experiencia. Creo que la base semicircular que se enrolla al cuello debe de estar recubierta con algún tipo de tejido.
  -La descripción no concuerda con nada que conozca.
  -Ni yo inspectora, y créame, he visto matar a gente con las cosas más extrañas pero esta se lleva el primer premio.
  -Al menos no sufrió- dijo Hughes.
Brook lo volvió a mirar con despreció y se acercó a él.
  -Si quiere ser un buen policía, aprenda a alejarse muchacho, sino el trabajo le consumirá.
  -Para  Brook.- dijo Aby.
  -¿Qué hago con las cosas de la víctima?
  -¿Qué son?
  -Un par de pulseras de oro, un trozo de tela roja, un papel, un llavero y unos pendientes.
  -¿Tienen huellas?
  -No.
  -Pues si no tienen relevancia guárdalas por ahí.
Aby cogió del brazo a Hughes para sacarlo del laboratorio. Se había quedado paralizado ante la crítica de Brook.
  -¿Es cierto que hay que alejarse tanto?- preguntó.
  -Es lo mejor, de normal en este trabajo no ves demasiadas sonrisas, ver siempre los peores momentos de las personas y lo que son capaces de hacer te hace cuestionarte muchas cosas- le dijo Aby.
El sol ya estaba a lo alto del cielo y brillaba sin una sola nube que tapara su luz. Parecía una postal veraniega si no hubiera sido por el frío helador y los montones de nieve que había por la acera. Nueva York en invierno era estupendo si ibas andando, pero con el frío la gente cogía los coches y el tráfico era mayor que de costumbre.
  -Ese hombre es un ególatra- dijo Hughes rompiendo con el monótono silencio del viaje.
  -Tiene ese carácter, pero es bueno- dijo Aby.
  -¿Es eso lo único que te importa Weaver?- respondió indignado.
  -Si, porque no me voy a ir con él de excursión al monte una semana. Mientras haga las cosas bien me basta.
  -¿Y que pasaría si uno de nosotros fuera un imbécil? ¿También te daría igual?
  -No, porque con vosotros estoy todo el día, pero a él como mucho lo veo una hora diaria.
Hughes se enfurruñó en el asiento de atrás y Aby sonrió por su facilidad para enfadarse.
  -Pero si, tienes razón, es un ególatra.
Hughes sonrió satisfecho de tener razón y de que se la dieran. Siempre buscaba la aprobación de sus compañeros, sobretodo de Weaver. Quería aprender de ella y se le notaba. A veces se quedaba mirándola mientras trabajaba y Aby le soltaba algún bufido para que la dejara en paz. Pero últimamente ni eso le distraía. La estudiaba a fondo y Aby se sentía como un conejillo de indias en un laberinto.
                           …………………….
 
  -A veces me pone nerviosa- dijo Aby a Huxley cuando Hughes no estaba- me observa como si fuera una pieza de museo.
  -Solo quiere aprender de ti- le contestó él.
  -Cuando empezamos a trabajar tú y yo no me mirabas así.
  -Los dos éramos novatos, no tenías nada que enseñarme.
  -Igualmente es molesto.
  -Pues yo creo que simplemente lo hace porque es así. Así que no le des importancia y disfrútalo.
Huxley levantó las cejas y sonrió a Aby. Ella le propinó un golpe en el antebrazo.
  -Ni de broma.
Él sonrió dolorido mientras se frotaba el brazo.
  -Hughes tenemos que buscar a Joel Harrison.
  -¿Huxley no viene?
  -No, le duele el brazo- dijo con una sonrisa sarcástica.

Harrison vivía con sus padres en un pequeño piso de Yorkville en la Primera Avenida. El edificio no tenía ningún tipo de estilo arquitectónico que lo caracterizara, simplemente era un enorme bloque de ladrillo con ventanas. Aby pensaba que si todos los edificios de Nueva York tuvieran algo de estilo, la ciudad se vería diferente y no sería tan monótona.
Ella y Hughes subieron en el ascensor. Aby aprovechó para arreglarse el pelo que se había alborotado con el aire.
  -Hay que transmitir una buena imagen Hughes- dijo ella al ver que la miraba sorprendido.
  -Claro, sino no confían en ti.
Ella abrió la puerta del ascensor y caminó por el pasillo hasta la puerta de Harrison. Tocó con unos golpes suaves, si tocabas con demasiada fuerza se asustaban y se ponían a la defensiva.
  -Policía de Nueva York.
Una mujer de mediana edad, vestida con un delantal y un collar de perlas les abrió mientras se limpiaba las manos con un trapo.
  -¿Quiénes son?
  -Somos de la policía de Nueva York, él es mi compañero Hughes y soy la inspectora Weaver- dijo mientras sacaba su placa.
  -Pasen por favor ¿en que puedo ayudarles?
  -Buscamos a su hijo Joel Harrison.
  -¿Qué pasa? ¿Ha hecho algo?
  -Solo tenemos que hablar con él ¿puede decirle que venga?
  -Si un momento, está en su cuarto ensayando.
Aby agudizó el oído y escuchó los acordes de una inexperta guitarra, aunque tenía talento y se notaba.
  -¿Por qué siempre piensan que su hijo ha podido hacer algo?-dijo Hughes.
  -Si tienes un hijo universitario que toca la guitarra y viene la policía a buscarle no es para darles una buena noticia.
  -Si, tiene lógica.
El chico que apareció no era para nada como se había imaginado Aby que sería. Una chica tan sobria como Isabel no pegaba con un chico de media melena desaliñada, vaqueros rotos y cadenas.
  -Son de la policía, tienen que hablar contigo-dijo su madre.
Se sentó enfrente de los policías. Ahora que estaba más cerca Aby pudo ver un piercing en su ceja y en su nariz ¿Qué demonios hacía ese chico con Isabel?
  -Señora Harrison nos gustaría hablar a solas con su hijo- dijo Weaver.
  -Por supuesto.
Y desapareció de la sala cerrando una puerta de cristal tras de si.
  -¿Conoces a Isabel Jones?
  -Si es mi novia ¿Por qué?
Aby hizo acopio de su valor. Decir a una persona que su pareja había muerto era difícil, pero cuando eran jóvenes era mucho peor. Ella notaba en sus caras como los deseos y planes para el futuro se perdían entre lágrimas. Los jóvenes vivían el amor como algo más intenso, no era lo cotidiano y todo era importante para ellos.
  -La hemos encontrado muerta esta mañana en Bowery Bay.
Lo que se esperaba sucedió. El aspecto de tipo duro que mostraba el chico se perdió totalmente, estaba triste y asustado.
  -Eso es imposible ¿Qué le ha pasado?
  -Eso no importa ¿estabas bien con ella?
  -Estábamos perfectamente, acabábamos de empezar  a salir.
  -¿Te habló alguna vez de su antiguo novio?
  -Si, rompió con él por estar conmigo ¿ha sido él?
  -No, él no fue. Siento la pregunta ¿pero que hacía una chica tan sobria como Isabel…?
  -¿Con alguien como yo? Puede decirlo inspectora más me extrañó a mi. Nos conocimos hace unos meses y conectamos enseguida. Ella quería cambiar, ser libre…llevaba con Patrick desde el instituto y necesitaba algo diferente.
  -Lo siento mucho Joel- dijo Hughes.
  -No se quien ha podido hacerle eso, era una buena persona, no le decía nada malo a nadie.
  -¿Tenía algún enemigo? ¿Alguien con quien no se llevara bien?
  -No, nunca se metía en líos…Aunque si, alguien la odiaba, pero no creo que fuera ella.
  -¿Quién?- preguntó Aby.
  -Tamala Colin- dijo él- yo la dejé por salir con Isabel. Siempre que la veía le decía a Isabel que era una puta y una roba novios, que se las haría pagar.
  -¿Cómo reaccionó Isabel?
  -Se asustó, pero le dije que no se preocupara. Tamala es de palabras pero no de hechos.
  -¿Algún día las amenazas llegaron a más?
  -Un día le lanzó un papel cuando estábamos en la universidad los dos, le dijo que la mataría.
                           …………………

Tamala estaba sentada sin ningún tipo de elegancia en la sala de interrogatorios. Llevaba el pelo desaliñado y los labios pintados de negro. Sus medias estaban rotas al igual que casi todas las prendas que componían su inusual conjunto.
  -¿Eres Tamala Colin?-preguntó Weaver.
  -Si ¿y que?- dijo sin parar de mascar un chicle.
  -¿Conoces a Isabel Jones?
  -Si, esa zorra me quitó a mi novio.
  - Por lo que se la amenazaste de muerte en repetidas ocasiones, y ahora ha aparecido muerta ¿algo que decir?
  -Yo no la maté lo juro.
  -¿Dónde estuvo anoche entre las doce de la noche y las cinco de la mañana?
  -En una fiesta.
  -¿Toda la noche?
  -Si, hasta las seis más o menos, no me acuerdo estaba borracha.
  -¿Dónde fue esa fiesta?
  -En un bajo que hay en la calle Steinway.
  -¿Alguien podrá confirmarlo?
  -Pues no lo se inspectora, era una fiesta, la gente no está atenta.
  -¿Estuvo sola durante la fiesta?
  -No, pero a mucha gente no la conocía, creo que no dije mi nombre.
  -Mira, si no encuentro nadie que confirme tu coartada estarás en un lío muy, muy gordo Tamala.
  -Supongo que el que organizó la fiesta tiene una lista o algo.
  -Está bien, te quedarás aquí hasta que confirmemos lo que nos ha dicho.
  -¡Venga ya! Quiero largarme.
  -Y yo pillar a un asesino, pero aquí mando yo.

Aby cerró la puerta dejando a la chica gritando y resoplando por la divertida estancia que le esperaba ahí metida.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Primer capítulo parte 4

Capítulo 1
Bowery Bay era extremadamente húmedo por las mañanas. El aire frío transportaba pequeñas gotas de agua de mar que traspasaban la ropa y te mojaban la piel. El frío te calaba hasta los huesos. Aby se abrochó un botón de su chaquetón negro cruzado y metió las manos en los bolsillos.
  -¿Qué tenemos?
  -Mujer entre veinte o veinticinco años- dijo Brook.
  -¿Tiene identificación?
  -No, pero el bolso estaba en el suelo y las cosas desperdigadas por la zona.
  -Huxley busca la cartera- le dijo a su compañero.
  -¿Qué le ha pasado?- preguntó Hughes.
  -La causa de la muerte es desnucamiento, pero tengo que llevármela  al laboratorio para decirte algo más. Las marcas son extrañas, tengo que estudiarlas.
  -¿Hora de la muerte?- preguntó Aby.
  -Pese al frío y la humedad, diría que entre las doce de anoche y las cinco de esta mañana.
  -Está bien llévatela y llámanos en cuanto tengas algo.
  -Claro inspectora.
Charlie Brook se alejó  con su pelo blanco revolviéndose por el aire y su chaqueta ondeando como una bandera.
  -Tengo la cartera- dijo Huxley dándosela a Aby.
Ella abrió el pequeño cierre de clec plateado.
  -Isabel Jones- dijo mientras comprobaba la foto con la cara de la víctima- el dinero sigue aquí, solo hay 20 dólares y las tarjetas siguen en la cartera.
  -¿Entonces descartamos el robo?- preguntó Hughes.
  -Por ahora si, aunque puede que corriera y se le cayera.
  -¿Qué hace una chica tan joven aquí?- dijo Hughes de nuevo.
  -Va con unos vaqueros y una chaqueta, además lleva zapato plano, está claro que no era prostituta.
  -Puede que alguien del puerto la conozca, un novio, un amigo…- dijo Huxley.
  -Está bien, preguntad a la gente de por aquí si les suena la chica. Aquí hay una tarjeta de la residencia de estudiantes, si tenéis algo llamadme.
                                              .....................................................
La residencia de estudiantes era tal y como ella recordaba. Toda clase de personas que te miraban de arriba a bajo se cruzaban por los pasillos. Otros se gritaban de una parte a otra saludándose por las ventanas.
Aby se acercó a la recepcionista que estaba bastante ocupada en arreglar sus uñas pintadas con un rosa realmente desagradable.
  -Si vienes a quejarte de que el agua caliente no funciona, ya he dicho que el técnico vendrán en una hora.
Ni siquiera se molestó en levantar la cabeza para mirarla. Aby sacó la placa de su cinturón y se la puso a la altura de los ojos.
  -Soy la inspectora Aby Weaver de la policía de Nueva York ¿conoce a Isabel Jones?
  -No conozco a todos los críos de esta residencia.
  -¿Puede decirme cual es su número de habitación?
  -Si- dijo con pereza mientras empezaba a teclear- es la 320, en el segundo piso a la derecha.

Aby subió en el ascensor lleno de pancartas de conciertos, manifestaciones o charlas para universitarios. Un pequeño pitido le avisó de que había llegado a la segunda planta. Cuando las puertas se abrieron todo estaba mucho más clamado. Giró a la derecha y se paró frente a la puerta 320. Dio tres golpes con delicadeza.
  -¿Quién es usted?- preguntó una chica al abrir la puerta.
  -Inspectora Weaver de la policía ¿conoce a Isabel Jones?
Entraron en el pequeño cuarto compartido. Había dos camas, una desecha y otra que estaba intacta. Aby se fijó en un corcho lleno de fotos en donde localizó la cara de la víctima. Su graduación, su primer coche, su familia…
  -¿Qué pasa con Isabel?- preguntó la chica.
  -Lo siento, pero la hemos encontrado muerta esta mañana en Bowery Bay.
La chica se sentó en la silla algo impresionada por lo que le estaban diciendo.
  -¿Qué le ha pasado?
  -No lo sabemos bien aún- Aby pensó que era mejor no decirle que la habían desnucado- ¿sabes que podía estar haciendo a esas horas de la noche allí?
  -A veces a ella le gustaba ir a dar un paseo, pero siempre antes de anochecer.
  -¿Sabes donde pudo ir anoche?
  -Dijo que iba a ver a su exnovio, él trabaja en el puerto pero en el turno de tarde.
  -¿Habían roto?
  -Si, hace unas semanas, pero no se porque Isabel era muy reservada para esos temas.
  -¿Cómo se llama el chico?
  -Patrick Saffer.
Aby lo apuntó en su bloc de notas y se levantó para dirigirse hacia la puerta.
  -Isabel no estaba metida en líos. Era una estudiante modelo y se llevaba bien con todos.
  -Muchas gracias, le informaremos en cuanto sepamos algo.

Aby sacó su móvil del bolsillo de la chaqueta y marcó el número de Huxley.
  -Huxley busca entre los marineros a un tal Patrick Saffer, era el exnovio de la víctima.
  -Claro, te lo mandaré a la comisaría.
                 ………………………………
Suffer se sentó en la sala de interrogatorios mientras Aby lo analizaba tras el cristal. Estaba en una postura que mostraba cierto pasotismo pero a la vez se le notaba algo nervioso.
  -¿Le habéis dicho algo de la víctima?
  -Todavía no sabe que ha muerto, creo- dijo Hughes.
  -Si es el asesino lo sabrá- respondió Huxley.
  -Por eso no hay que decirle a un sospechoso que sospechamos de él hasta cierto momento, su reacción es importante- puntualizó Aby.
Cuando la puerta metálica se abrió, Suffer cambió su postura y se puso recto.
  -Soy la inspectora Weaver ¿conoce usted a Isabel Jones?
  -No diré  nada sin un abogado.
  -¿Acaso sabes que ha pasado?
  -No.
  -Pues han matado a Isabel en el mismo puerto en el que tú trabajas y una testigo dijo que iba a verte anoche.
  -Yo no trabajo a esa hora normalmente.
  -¿Y ayer?
  -No diré nada más, conozco de que va esto. Ahora me acusarán a mí para acabar esto pronto.
  -Escuche señor Suffer, si no hizo nada no necesita un abogado, en cambio si lo pide es porque tiene algo que ocultar.
  -Sus estrategias para asustarme no le servirán de nada inspectora.
  -Bien, pues pásatelo bien esta noche en el calabozo, creo que anoche detuvieron a unos cuantos pandilleros y están cabreados. Seguramente quieran descargar su rabia y las pelotas antiestrés se han perdido.
Aby se alejó lentamente hacia la puerta para dejarle pensar. Comenzó a abrir el pomo con cuidado.
  -Espere.
Aby sonrió para si misma, pensando en como esa sencilla estratagema hacía picar siempre a los peces más difíciles.
  -Cuénteme- dijo ella mientras se sentaba de nuevo.
  -Isabel y yo rompimos hace un par de semanas.
  -¿Cómo fue la ruptura?
  -¿Eso es necesario?
  -Todo es necesario.
  -Pues fue como todas, ella me dijo que había encontrado a otra persona y que prefería cortar conmigo antes de que lo del otro tipo fuera a más.
  -¿Debiste enfadarte mucho cuando te lo dijo?
  -¡Claro que me enfadé! ¿A que viene todo esto?-dijo con indignación.
  -Por ahora todo apunta a ti Patrick, acababais de cortar por otro chico y de repente quiere volver a hablar contigo, es normal que perdieras los nervios.
  -No, eso no es así. Isabel me llamó sobre las once y me preguntó donde estaba que necesitaba verme. Le dije que estaba en el trabajo y ella vino sobre las doce.
  -¿Qué quería?
  -Hablar, le habían ofrecido una beca para estudiar en Francia y  no sabía que hacer.
  -¿Y porque te preguntó a ti? Tenía un nuevo novio, amigos…
  -Escuche inspectora las relaciones no desaparecen con una simple frase. Llevábamos juntos desde el instituto, fui su primer amor y eso no es fácil de olvidar. Su padre murió cuando empezamos  a salir y yo estuve a su lado, siempre lo estuve y de repente aparece cualquier chico y me deja. Me dijo que solo podía preguntarme a mí, que yo era el único que la podía ayudar.

Puso la cara entre sus manos y se frotó los ojos. Se le habían puesto rojos y se notaba que necesitaba desahogarse, pero intentaba reprimir sus sentimientos.
  -¿Cómo se llamaba su nuevo novio?
  -Joel Harrison.
  -¿Entonces anoche estuviste en el puerto?
  -Si.
  -¿Hasta que hora?
  -Hasta las seis de la mañana, mi jefe o mis compañeros pueden confirmarlo.
  -Muchas gracias Patrick.- dijo mientras se disponía a salir.
  -¿Sabe que inspectora? Anoche cuando vino a verme enseguida supe que ella seguía enamorada de mí.

Aby salió de la sala de interrogatorios y se sentó en su mesa de oficina. Huxley y Hughes la siguieron.
  -Huxley, comprueba la coartada de Suffer.
  -Puede que saliera a hacer un descanso o cualquier cosa, le pudo dar tiempo a matarla- dijo Hughes.
  -Algo me dice que no fue él- le respondió Aby mientras apuntaba cosas en su pizarra.
  -La coartada del exnovio se confirma- dijo Huxley.
  -¿No salió de su puesto?
  -Si salió, pero un momento y dos horas después de que viniera ella.
  -Puede que ella le esperara- dijo Hughes.
  -¿Dos horas? ¿En un puerto? ¿En mitad de la noche? ¿Y para hablar un momento? Lo dudo- dijo Aby.
  -La verdad es que no tiene lógica. La compañera de piso si que sabía que iba a ver a Suffer.- dijo Huxley.
  -Pero pensaba que trabajaba solo por las tardes- respondió Aby.
  -Igualmente pudo seguirla y matarla- dijo Hughes.
  -No tiene un móvil, la gente no suele ir matando a sus amigos porque si- le dijo Huxley.

sábado, 12 de febrero de 2011

Primer capítulo parte 3.

Capítulo 1:
Aby se concedió un último momento de gloria poniéndose de nuevo frente al hombre, mientras él retrocedía asustado.
  -Espero que esto te haya servido de lección- le dijo al oído en un susurro.
Él asintió asustado y retrocedió sin apartar la mirada de Aby, que ahora le miraba con superioridad’ y desapareció al fondo del salón.
Pasados unos instantes apareció Axwell y se acercó a Aby.
  -Dime que no tienes nada que ver con el tipo que ha salido con la nariz rota.
Ella se limitó a encogerse de hombros y esbozar una sonrisa, él la entendió y no pudo evitar reírse.
  -¿Qué ha pasado? ¿Te ha pedido la hora?
  -Ha intentado pasarse conmigo.
  -¿Contigo? En su nariz se nota que no te conoce bien.
Ambos rieron y algo de la tensión que se había acumulado durante el día comenzó a disolverse.
  -En serio Aby, si te dejaras conocer todo sería diferente,
  -Tú me conoces.
  -Si, pero solo yo y unos pocos más, debes dejar salir esa Aby que yo veo.
  -Si quizá…- se acabó la copa de un trago- me voy a la cama, buenas noches.

Llegó hasta el pasillo de los ascensores, pero ambos estaban ocupados y las puertas se cerraron en sus narices. Decidió subir por las escaleras mientras pensaba en las palabras de Axwell.
En cuanto entró en la habitación cerró la puerta con pestillo y se metió en la ducha. Abrió el grifo del agua caliente que tardó una eternidad en salir y en esa época del año no era recomendable ducharse con agua fría a no ser que quisieras una gripe que te tuviera metida en casa una semana, ella odiaba quedarse en casa porque pasaba todo el día dándole vueltas a las cosas, como un año atrás, cuando una joven que había matado a su novio por celos le disparó en un brazo, ese día se alegró de que la chica no hubiese cogido un arma nunca.
Cuando salió de la ducha se puso un pijama y se metió en la cama, pese a todo solo tardó unos segundos en dormirse profundamente.

El sonido del teléfono la despertó de golpe. Cegada por la luz del sol comenzó a dar manotazos por la mesa buscando el maldito aparato hasta que al fin lo cogió.
  -¿Si?- dijo algo obtusa aún.
  -Buenos días señorita Weaver, le llamamos para informarle que debe levantarse ya para coger su vuelo.
  -Gracias.
No recordaba haber dicho que la llamaran esa mañana, seguramente fue Axwell quien le dijo a la recepcionista que la despertara la otra noche.
Se levantó a duras penas y se lavó la cara para despejarse. Miró de nuevo en su maleta y esta vez buscó su ropa de trabajo habitual, la que mejor llevaba sin duda. Casi todos los conjuntos tenían factores comunes, vaqueros ajustados, zapato cómodo, camisas y una americana de color oscuro.
Cuando acabó de arreglarse recogió sus maletas y bajó al restaurante del hotel, donde Axwell le esperaba luciendo un precioso traje de chaqueta azul oscuro sentado en una de las mesas.
  -Me he permitido el lujo de elegirte el café.
  -¿Solo?
  -Exactamente.
Ella sonrió y fue a buscar unas tostadas para acompañar el café.
  -No podemos retrasarnos Aby, el avión sale dentro de hora y media.
  -¿Me estresas ya de buena mañana?
  -Eres policía pequeña, siempre estás estresada.
Salieron del hotel a los 15 minutos y no tardaron mucho más en llegar al aeropuerto.
El vuelo no era excesivamente largo, aunque a Aby le encantaba volar, le daba una sensación increíble de serenidad y de desconexión con ese trabajo que la llevaba absorbiendo tanto tiempo.
Su brigada era la de la calle 14, cerca de la Quinta avenida lo que hacía que fuera una de las más importantes de la ciudad. Cuando podían permitirse un día de descanso, le gustaba mirar por la ventana la gente pasar, inventando sus historias o al menos jugar a baloncesto con su compañero Tom, usando una papelera.

Cuando cruzaron la puerta era pronto y la oficina estaba vacía porque casi todos estaban llegando del funeral. Ella vio a Tom sentado en su silla de ruedas lanzando pelotas de papel y se colocó al lado suyo hasta que deparó en su presencia.
  -Pensaba que me quedaba solo haciendo triples.
  -Solo así podrías ganarme Michael Jordan.
  -Si muy graciosa inspectora.
Desde que comenzó a trabajar con Tom se habían llevado muy bien. No habría resuelto ni un solo asesinato si no hubiera sido por su ayuda, siempre podía confiar en él cuando decía ‘Cúbreme’.
  -¿Qué tenemos hoy?
  -Sorprendentemente nada, parece que hoy será un día de canastas.
  -Di mejor otro día en que tu ego masculino cae por los suelos.
  -Ya lo veremos- dijo con una sonrisa.
Los dos comenzaron a lanzar pelotas de papel a la papelera. Podía parecer que a Tom no le preocupaba la pérdida de su compañero, pero no era así. El siempre decía que cuando eres policía, no sabes si esa mañana será la última que veas a un compañero, por eso el prefería celebrar cada día que no recibían un disparo, en vez de llorar por el día en el que finalmente se producía.
  -¿Y Hughes?
  -Por ahí andará, no soy su niñera- dijo Tom.
  -Siento que no pudierais venir con nosotros al funeral, pero necesitamos gente por si pasaba algo.
  -Tranquila ha sido una noche calmada. Solo una pequeña discusión doméstica que se aplacó fácilmente.
  -Entonces no os habéis divertido sin mi.
Ella sonrió a su compañero que hizo una bola de papel y la lanzó a la papelera, rebotando en un canto y cayendo al suelo.
  -Mierda- susurró Huxley avergonzado.
  -Después de tantos años y siempre acaban en el suelo, pues te toca recogerlas a ti.
  -Siempre las recojo yo- le contestó agachándose.
  -Ya dijimos que quien perdía recogía, por eso siempre las recoges tú.
Salió de su oficina hacía la cafetería. Una enorme ventana iluminaba la sala y parecía que si seguías andando hacia ella acabarías cayendo. Aby miró en los edificios de enfrente las distintas estampas familiares que se reflejaban en ellos. Gente preparándose para el trabajo, niños regañadientes por tener que volver a casa… Alguien le tocó el hombro y se sobresaltó.
  -¡Hughes!- exclamó.
  -¿Te he asustado? Es que te he visto concentrada y no podía resistirme.
Se sentaron en una de las redondas mesas metálicas. El olor a café de primera hora de la mañana y las tazas colocadas a su alrededor daban la imagen de un sencilla cafetería escondida entre mesas de oficina.
  -¿Qué tal el funeral?- preguntó Hughes.
  -Pues como todos…
  -¿Estás bien?
  -Ya he dicho que si a todos, dejad de preguntarme por favor.
  -Solo me preocupaba por ti.
  -Pues no lo hagas.
Hughes desvió su mirada al reloj de pulsera que llevaba desde que entró a trabajar. Aby reflexionó un poco, se había pasado y él solo se preocupaba por ella. Un año atrás eso la agobiaba, siempre había sido una mujer independiente y no le gustaba que la tratasen como a una niña pequeña. Pero con el paso de los días había cogido el gusto de sentir que alguien se preocupaba por ti incondicionalmente, aunque a cambio solo recibiera malas contestaciones.
  -Lo siento- se disculpó ella- estoy algo cansada.
  -Me ha contado Huxley lo que te dijo su mujer, pero no hagas caso no fue tu culpa de verdad.
  -Gracias por preocuparte, pero estoy bien de verdad.
Ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa. Se quedaron callados, Aby esquivaba su mirada para evitar que averiguara más. Siempre le sorprendía su capacidad para hurgar en lo más hondo de los sentimientos de Aby solo con mirarla. De normal ella era como un muro impenetrable, pero Hughes conseguía sonsacarle lo que le pasaba con mucha facilidad.
Huxley apareció de repente y se sentó junto a sus compañeros. Apoyó las manos encima de la mesa y comenzó a dar unos impacientes golpes con los dedos.
  -Tenemos una víctima.
  -Pues vamos- dijo Aby poniéndose de pie.

viernes, 11 de febrero de 2011

Parte 2

Capítulo 1:
Aby miraba por la ventanilla las luces de Chicago, pensando en las palabras de la viuda de Fulton.
  -No le hagas caso Aby- le dijo él- acaba de perder a su marido es normal que diga esas cosas.
  -Creo que en parte tiene razón. Ese era su chaleco…
  -Aby no te puedes culpar por lo que pasó, tú no disparabas, es culpa de su asesino y de nadie más
Ella asintió con la cabeza. Entonces escuchó que en la emisora de radio anunciaban la canción de The piano man y subió el volumen lo suficiente como para quedarse inmersa en la música mientras cantaba por lo bajo las palabras de la canción. Axwell la miraba fijamente pensando la persona tan increíble que había debajo de esa capa de insensibilidad que la cubría, ese pensamiento le hizo recordar porque la contrató cinco años atrás y sonrió.
Los carteles anunciando productos y nombres de salones y espectáculos inundaban la mente de inspectora. Pese a lo que había dicho Axwell comenzaba a sentirse mal por dentro. Intentó borrar esa imagen de su cabeza y se centró ahora en seguir el recorrido de las gotas de agua por el cristal de su ventanilla.
  -Ya hemos llegado- dijo Axwell mientras paraba el motor.
  -No me esperaba un hotel tan lujoso.
  -Un regalo del comisario- se limitó responder.
Ambos salieron del coche pero ninguno llevaba paraguas. En los canales de televisión habían asegurado un sol radiante, lo que provocó que media ciudad acabara empapada.

Entraron al hotel. El salón principal estaba lleno de gente que  se resguardaba de la lluvia entre música e intensas conversaciones o alguna pelea de un par de borrachos.
  -El hotel acaba de perder toda su clase- dijo Aby señalando con la cabeza a los dos borrachos.
Axwell sonrió y se dirigió a la recepción del hotel, donde comenzó a hablar con la recepcionista.
Axwell era un hombre de por lo menos cincuenta años, llevaba siendo policía 27 y le apasionaba su trabajo. Él adoraba  a Aby, era como una hija para él. Descubrió su talento en cuanto la vió por primera vez en las pruebas de policía y hacía cinco que la puso al mando de su brigada de policía.
Cuando tenía las llaves de las habitaciones ambos subieron en el ascensor hasta el cuarto piso.
  -¿Por qué no te secas y bajamos a tomar una copa?
  -No creo que me venga demasiado mal un trago.
  -¿Hechas de menos a Fulton?
En cuando dijo la última palabra supo que había sido un error preguntarle. Realmente ella era una persona sensible, pero no había que forzarla a expresarse, si lo hacías se cerraba en banda.
  -Nos vemos abajo en 20 minutos.
Salió del ascensor sin responder a Axwell ni siquiera con una mirada y se encerró en su habitación.
Cuando entró se lanzó sobre la cama y dio un largo suspiro mientras observaba el techo de color blanco que se alzaba sobre ella.
Después de ese momento para tomar fuerzas se levantó y se miró en el espejo. Su pelo pelirrojo se posaba con cuidado sobre sus hombros y le chorreaba la camiseta. Mientras se lo secaba con una toalla pensaba que quizá debería dejárselo más largo.
  -No, no sería útil tener tanto pelo- se auto respondió.
Buscó en su bolsa de cuero verde algo que ponerse y se decidió por unos vaqueros y una sudadera de un equipo de fútbol. No era su ropa habitual, le gustaba más la ropa de trabajo mucho más formal, pero no le apetecía bajar a un bar de borrachos pareciendo una policía.
Cuando bajó el ambiente se había calmado. Los dos hombres de la pelea estaban sentados en taburetes con hielos colocados en sus respectivos golpes. De nuevo todo se había calmado y la noche transcurría tranquila.
Entró en el salón y buscó a Axwell entre la gente. Por fin lo encontró sentado en la esquina de la barra con la cabeza apoya sobre la pared, mientras dibujaba el contorno del vaso con sus dedos.
  -Te veo distraído- dijo Aby.
  -Si lo siento… ha sido un día movidito- ahora se había sentado recto mirando a Aby- ¿Qué vas a tomar?
  -Whisky.
Aby se acostumbró al humo del tabaco que se posaba sobre ellos. Cuando comenzó a frecuentar los bares de la policía apenas podía respirar, pero tras más cuatro años de noches sentada en una mesa junto con sus compañeros de brigada se había acostumbrado, pero pese a todo le desagradaba.
  -¿Qué tal fue la operación antidroga de hace dos semanas?
  -Nada mal, aun hay uno suelto pero tenemos su cara, los de antidrogas se encargarán de él.
  -¿Estas bien?-le preguntó él.
  -Llevaba años viendo a Fulton en las oficinas pero hablamos un par de veces, no era como con Huxley y Hughes.
  -Al final la policía acaba siendo tu propia familia.
El móvil de Huxley comenzó a sonar en el bolsillo de su chaqueta y salió fuera para escuchar mejor.

Desapareció entre la gente dejando sola a Aby. De repente un hombre de al menos cuarenta años se le acercó con una mirada lasciva que no le gustó nada.
  -Hola preciosa ¿Qué haces aquí tan sola?
Aby le miró repulsión y él intento acercarse más a ella. Su aliento olía a tabaco barato y a vino de brik. Ella se levantó de la silla de un salto.
  -Tranquila nena, no tienes que tenerme miedo.
  -Creo que el único que debería temer algo eres tú.
De nuevo se acercó demasiado a Aby y su asqueroso aliento volvió a posarse en su nariz.
  -Eres difícil ¿eh? Eso me gusta… ¿Qué te parece si subimos a mi cuarto y nos conocemos mejor?
Ahora intentó colocar sus manos en las caderas de Aby, pero eso ella ya no lo consentía de ningún modo. Así que cuando parecía que no iba a moverse, agarró la muñeca al tipo y le dio un giro brusco que lo estampó contra el suelo, mientras ella colocaba la rodilla en su cuello y le inmovilizaba los pies.
  -¡Joder me ha roto la nariz!
  -¿Te interesa conocerme mejor ahora?
  -¡Quítate de encima no puedo respirar!
  -Lo siento ‘’nene’’ pero tengo que oír algo más.
  -Vale… lo siento, perdón ¡levántate ya por Dios!
Aby se levantó con una enorme sonrisa de satisfacción, entonces se dio cuenta de que se había formado un círculo de curiosos alrededor de ella, que la observaban boquiabiertos.

jueves, 10 de febrero de 2011

Malas noticias :(

Por ahora no puedo subir más extractos de mi libro porque no lo he registrado y cualquiera lo podría copiar y publicarlo como propio... Asi que hasta que no lo registre en el SGAE no puedo subir nada. El problema es que no tienen nada para registrar libros al parecer, asi que creo que este blog va a tener una vida muy corta.
                                             AJL

miércoles, 9 de febrero de 2011

Parte del primer capítulo.

Cápitulo 1:
Aby estaba ausente mirando la enorme piedra tallada frente a ella. Las gotas de agua de lluvia habían empapado totalmente a la detective, y corrían a gran velocidad por su pelo para luego llegar a su mejilla y dibujar sus facciones con precisión, luego desaparecían en su camisa negra.
Aby no estaba triste, se mantenía calmada y con una pose elegante y reposada. Sus manos perfectamente arregladas se entrelazaban  cuando no se dedicaban a acariciar la rosa blanca que sujetaban.
Pese a que parecía absorta en sus pensamientos, escuchaba los comentarios a su alrededor.
  -Llevaban cinco años trabajando juntos y mírala, no parece triste, está pasiva como siempre- decía uno de sus compañeros de la policía.
  -Si, no tiene sentimientos- contestó uno.
  -Te equivocas siempre está enfadada, eso debe de ser un sentimiento.
Pese a poder haber respondido a esos tres energúmenos, Aby se mantuvo al margen, porque aunque le doliera tenían razón, nunca había llegado a querer a nadie, nunca le habían echo falta esos sentimientos de los que se regodeaba la gente, no es que no tuviera sentimientos, el problema era que no había aprendido a tenerlos.

Aby era la hija de una pareja de asesinos de Brooklyn. Habia vivido escuchando a sus padres planear el pago de la deuda que les debía la sociedad, escuchando sus perversas maquinaciones. Pero cuando ese pensamiento acechaba la mente de la joven policía sabía que no había sido su culpa. Durante ese tiempo ella tenía apenas 5 años y no entendía nada de lo que pasaba, simplemente escuchaba y esperaba sentada en la puerta de casa a que sus padres llegaran por la noche, mientras alguna vecina la cuidaba.
Pero pese a lo que hubieran dictaminado los psicólogos de ella, su conducta no se debía a eso. Recordaba cuando hace dos años su jefe le preguntó porqué se había metido a policía y ella simplemente dijo ‘’Justicia’’, lo que decían todos.

El ataúd de su excompañero Rick Fulton, y los ahogados sollozos de la viuda la despertaron de su ensimismamiento. La viuda hizo un esfuerzo por agacharse y lanzó un pequeño montón de tierra sobre la tumba de su marido. Luego los invitados fueron lanzando sus rosas y Aby culminó lanzando su rosa blanca.
Los asistentes fueron alejándose hacia la puerta de metal negra que había en el cementerio de  Mount Olivet, en Chicago.
La señora Fulton parecía mucho más calmada y se acercó algo encorvada a Aby.
  -¿Cómo pasó inspectora Weaver?
  - Su marido no llevaba puesto el chaleco antibalas durante la redada.
  -¿Por qué?
Aby se dio cuenta enseguida de por donde iban los tiros. La mirada de la señora Fulton había pasado de ser la de una viuda desconsolada, a la de una mujer llena de rabia y odio.
  -Bueno… me lo cedió a mí porque el mío estaba roto.

La delicada mujer comenzó a doblar un pañuelo que llevaba en las manos, y miraba con una mirada mortal a la inspectora.
  -Ojala, ojala te hubieras muerto tu Weaver…¡¡Deberían haberte disparado a ti no a él!!
Aby ni siquiera parpadeó. Se mantuvo con su natural y elegante pose mientras le gritaban. Una mujer agarró del brazo a la viuda y la alejó de Aby.
  -¡Ojala hubieras muerto tú, nadie te echaría en falta!
Ahora era Cameron Axwell quien la arrastraba hacia el coche, situado a unos metros de la puerta.
Ambos se sentaron y Axwell puso el coche en marcha hacia el hotel, a la mañana siguiente tenían que coger un vuelo a Nueva York y ya era tarde.