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miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo 3 (parte 2)

-Capítulo 3:
Cuando entraron al pequeño laboratorio, Hughes dio un paso hacia atrás y se colocó detrás de Aby. Ella le miró y no pudo evitar una sonrisa ante el gesto.
  -¿Qué tienes Brook?
  -Antes de darte mi gran descubrimiento, me gustaría decirte que le he hecho las pruebas toxicológicas normales y me ha dado positivo en…
  -Nitrito de amilio ¿verdad? Comúnmente llamado Popper.
  -Excelente Weaver, excelente. Pero tengo algo que te gustará. Cuando se ha descongelado, he visto las mismas marcas que en Isabel Jones. Lo he comprobado varias veces y son exactamente iguales.
  -¿Quieres decir que fue el mismo asesino?- preguntó Hughes.
  -Podría ser, aunque también podría ser el mismo arma- respondió.
  -Yo voto por que sea el mismo asesino. No hablamos de algo común como una pistola o un cuchillo, sino de un arma que seguramente se ha hecho a medida para esto- dijo Weaver.

Aby notó un escalofrío por la espalda al decir aquella frase. Estaba claro que ese arma no estaba registrada porque la había echo a medida para los asesinatos. Eso solo podía significar que lo tenía todo planeado, que no eran simples asesinatos provocados por los celos o por un ataque de rabia, sino que habían sido premeditados.
  -Tenemos que ir a la comisaría. Seguro que las victimas tienen algún tipo de relación, la que sea- dijo Huxley.
  -Ya lo miramos. No iban a la misma universidad, ni frecuentaban las mismas personas. He llamado a Joel y a Tamala y ninguno conocía a Kelly- dijo Hughes.
  -Tiene que haber algo, cualquier cosa. El nexo que los una será su asesino. Quizá compraban en el mismo supermercado, o usaban un mismo servicio de taxis…lo que sea.
                       …………………………..
Aby amontonó los montones de papeles en su mesa de la oficina. Las vidas de las dos chicas resumidas en folios. Una especia de biografía escrita con cheques, cifras y cantidades.
Hughes y Huxley se sentaron a su alrededor y cogieron algunos de los montones.
  -¿Por donde empezamos?- preguntó Hughes.
  -Quiero que comprobéis los gastos de las víctimas en los últimos dos meses. Mirar si hay alguna coincidencia como por ejemplo que fueron a comer a un mismo restaurante o compraron en una misma tienda. Yo voy a mirar las cuentas de Kelly.
Aby tecleó el nombre para acceder a la cuenta de la victima. Empezó desde la última semana. Todo eran cosas normales, sacaba pequeñas cantidades para cosas sin importancia, pero de repente vio algo extraño. Había sacado mil dólares de su cuenta justo el día anterior al del asesinato. Aby marcó el número del banco y esperó a que le pasaran con el director de las oficinas.
  -Soy la agente Aby Weaver de la policía de Nueva York, me gustaría saber si ayer Kelly Sanders extrajo una cantidad de mil dólares de su cuenta.
  -Lo siento, no puedo rebelar información privada sobre las acciones de mis clientes.
  -Investigo un caso de asesinato-dijo ella irritada- a su cliente le da igual que me lo diga, así que responda ¿Extrajo la cantidad?
  -Si- respondió fríamente el director del banco.
  -¿En efectivo?
  -Si, yo mismo supervisé la acción.
  -Gracias- y colgó.
Aby se levantó de la silla y destapó el rotulados negro que estaba sobre la repisa de esta. El olor de la tinta al que ya estaba acostumbrada volvió inundar los sentidos de la inspectora. Apuntó la cantidad extraída bajo la foto de la victima. Dio unos pasos hacia atrás para contemplar el lienzo blanco que ya comenzaba a tomar algo de color, pero pese a tener la pizarra prácticamente llena no tenían nada de valor que les condujera a ningún sitio.
El teléfono de su mesa sonó con su inconfundible pitido y Aby lo descolgó de nuevo. Parte de la tarea de investigación de un crimen se hacia en las oficinas y sobretodo por teléfono.
  -Soy Robert- dijo el informático- he localizado de donde proviene la señal del  tipo del chat.
  -Vale voy para allá.
Aby colgó y les hizo una señal a sus compañeros para que la siguieran.
Cruzaron las oficinas a paso rápido y llegaron al ascensor sin pronunciar palabra. Cruzaron el vestíbulo de madera de arce antiguo bajo las atentas miradas de sus compañeros de otros departamentos que los observaban para distraerse un poco de su trabajo. Entraron por una de las puertas de la última planta y cruzaron un solitario y monótono pasillo de puertas de madera colocadas a los lados. Las luces de los flexos del techo parpadeaban dando al pasillo pequeños momentos de oscuridad. Los zapatos de la inspectora era lo único que se escuchaba. Se acercaron a la puerta del fondo donde un pequeño haz de luz se filtraba por debajo de la puerta. Giró el pomo sin llamar, sobresaltando a los informáticos.
  -¡Podrías llamar antes de entrar!- le reprochó Robert.
  -Prefiero contar con el factor sorpresa para saber si estáis trabajando o haciendo el vago- le respondió ella-¿Qué tenéis?
  -El tipo en cuestión se conectaba desde un cibercafé que hay en la segunda junto con la primera en el Harlem este.
  -Eso es como no tener nada, miles de personas se habrán conectado en ese cibercafé.
  -No es todo. Tenemos la hora de su última conexión, quizá eso sirva para localizarle.
  -Está bien yo me voy a la cafetería a ver si tengo algo. Hughes y Huxley seguid revisando las cuentas y buscar alguna conexión. Quiero saber en que se gastaron Isabel y Kelly el dinero en este último mes. Si tenéis algo llamadme.

Se subió de nuevo a su coche y tomó el camino más corto hasta la dirección del cibercafé. Cruzó la novena donde estaba su comisaría a una velocidad considerable. Pero el tráfico en la séptima era lo suficientemente denso delante de Central Park como para conducir sin parones. Se detuvo frente a uno de los semáforos y observó a traves de las verjas los árboles de Central Park que se alzaban majestuosos sobre el cielo invernal, cubiertos por una densa capa de nieve virgen que solo dejaba al descubierto pequeños resquicios de un color verdoso oscuro que se asomaban bajo la impoluta nieve de la noche anterior. Cuando el semáforo se puso en verde tras un tiempo que a Aby le pareció infinito, retomó la marcha por Park Avenue hasta llegar a la segunda pasando por el Upper East Side hasta que por fin llegó a la puerta del cibercafé.
Al entrar la gente ni se percató de su presencia. Estaban demasiado enfrascados en las pantallas del ordenador para fijarse en ella. Echó un rápido vistazo para ver cuanta gente había, calculó que cinco en los ordenadores y uno sentado en la barra junto con el camarero. Pasó por delante de diversas mesas y solo una persona se dignó a dirigirle una rápida mirada para después volver al objeto de su interés.
Aby se acercó a la barra y el camarero dejó de hablar para mirarla con desprecio.
  -¿Qué pasa?- dijo sin soltar un trapo sucio que llevaba en las manos.
  -¿Es usted el dueño del local?
  -Si ¿Por qué?
  -Me gustaría hablar con usted- Aby le lanzó una mirada al hombre que estaba sentado frente al dueño- en privado por favor.
Éste balbuceó una palabrota que Aby ignoró y se movió al otro extremo de la barra sin soltar su taza de café.
  -A ver ¿Qué pasa?
  -Soy la inspectora Aby Weaver de la policía. Investigo un homicidio y me gustaría saber si me puede dar información de una persona que se conectó aquí hace dos días a las nueve y media de la noche.
  -Es imposible que se conectara nadie inspectora, a esas horas yo ya he cerrado el local.
  -¿Ha revisado las grabaciones de esa noche?
  -No, porque no me ha hecho falta. Todas las mañanas miro si me falta algo o si hay algo fuera de lo común y todo estaba bien, así que no tengo razón para hacer eso.
  -¿Las cámaras funcionan toda la noche?
  -Si.
  -Quiero verlas.
  -Como no- dijo con escepticismo- pase a mi despacho.
Entraron a un despacho sobrio y sin apenas decoración. Se sentaron alrededor de un portátil que había sobre el escritorio y el dueño enchufó unos cables a la parte trasera del ordenador. De repente apareció el logo de una conocida empresa de seguridad que Aby había visto muchas veces anunciada por la tele.
  -Cerré a las ocho y media ¿a que hora se supone que se conectó el tipo ese?
  -A las nueve treinticuatro, pero póngalo unos minutos antes.
  -Por supuesto inspectora Weaver- dijo de nuevo con sarcasmo.
Todo parecía normal y en calma. Aby miraba la persiana del local pero no se movía ni un milímetro. De repente alguien apareció desde la otra parte del local y encendió las luces.
  -¡Menudo hijo de perra! ¡Ha entrado en mi local!
  -¿Tiene puerta de atrás?
  -No.
  -¿Comprobó los servicios antes de marcharse?
  -No es un banco, es una maldita cafetería. Ni siquiera quería poner seguridad, pero mi mujer se empeñó.
  -Está bien, me llevaré las imágenes de la cámara.
  -¿Pero no va a investigar quien entró en mi cafetería?
  -Que le sirva de precedente, ahora ya sabe que debería preocuparse más por la seguridad su establecimiento.

Aby retomó el camino que había tomado y volvió a la comisaría. Cuando entró Hughes y Huxley seguían enfrascados entre papeles y tazas de café.
  -¿Qué tenéis?
  -La única acción extraña que realizó Kelly Sanders fue la del día de antes de su muerte- dijo Huxley.
  -E Isabel Jones tenía las cuentas limpias, para ser de una familia rica gastaba poco dinero, y el que se gastaba está justificado.
  -Pues yo si que tengo algo- dijo lanzando el un disco encima de la mesa- los videos del café.
Puso de nuevo los videos y adelantó hasta el momento en el que el sospechoso aparecía de la nada y encendía la luz.
  -Menudo idiota- dijo Hughes- ¿quien entra a robar y enciende la luz?
  -Seguramente ni siquiera sabía que había cámaras. No podemos coger una imagen clara hasta que no se ponga de frente.
El hombre misterioso estaba escondido tras un gorro de lana negro y vestimenta del mismo color. Parecía recién sacado de una de esas películas de humor de los años ochenta sobre ladrones poco habilidosos que conseguían librarse de sus perseguidores gracias, principalmente, a la suerte del momento. Por desgracia esto tenía tan poca comicidad como esas películas tras verlas más de una vez. La cámara no era de gran calidad y el no paraba de moverse. De repente apareció un plano de frente a la cámara. Se veía tan claramente su rostro que Aby pensó que la miraba a ella. Hughes congeló la imagen.
  -Esta clase de tomas solo se consiguen una vez en la vida. Podría decirse que tenemos suerte- puntualizó.
  -Yo no lo llamaría suerte- dijo Aby- lo llamaría “tipo estúpido que se ha puesto de frente en una cámara de seguridad” ¿No se le ocurrió pensar que podría haber vigilancia?
  -Cuanto más idiota, más fácil es de coger- respondió Huxley.
La cara del hombre se encuadró en un pequeño rectángulo de color azul y enseguida la base de datos comenzó a procesar. Pasados unos angustiosos segundos. Una ficha se abrió en la pantalla del ordenador.
  -Rubén Santiagosa- dijo Aby- detenido por tráfico de drogas y unas cuantas agresiones, casi todas con arma blanca.
Ella puso una cara de duda que Hughes percató al instante.
  -¿Qué pasa? ¿No es bastante bueno para ser tu asesino?
  -No es eso- le dijo sin dejar de mirar la pantalla- no ha cometido ni un solo asesinato y todas sus agresiones son con arma blanca.
  -Puede que haya cambiado sus métodos.
  -No lo sé, lo veo un cambio demasiado brusco. Cuando empezamos en esto pensaba que el asesino había planeado cada detalle, cada movimiento…no ha dejado ni una huella en los cuerpos y de repente, se deja ver en una cámara de seguridad. No me cuadra.
  -Todos cometen errores- dijo Huxley- probablemente se le pasó. Aquí pone que hay una dirección en Astoria.
  -Eso está bastante cerca de Bowery Bay y de Lincoln Square.- respondió Aby.
  -¿Llamo por si acaso para pedir refuerzos?- preguntó Hughes.
  -Si, vamos antes de que se nos escape.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Capítulo 3 (parte 1)

Capítulo 3:
El coche circulaba por las vacías calles de Lincoln Square. Aby se fijó en el enorme arco metálico de color verdoso que se elevaba en la entrada de la calle como un enorme cartel de bienvenida. Unas gotas de lluvia comenzaron a repicar en el cristal de su Talbot solara lacado en gris. Se lo compró su padre durante los ochenta y ella lo heredó cuando desaparecieron. Al principio lo abandonó en un viejo garaje hasta que por fin un día decidió arreglarlo, y desde ese momento le había acompañado en muchas detenciones y muchas redadas, y por ahora aguantaba bien las persecuciones policiales y las carreras entre calles de la ciudad.
Se pararon delante de unos edificios cercanos a donde habían encontrado el cadáver.
  -Policía de Nueva York- dijo dando unos golpes a la puerta de madera.
Unas llaves comenzaron a girar y la puerta se abrió. Tras ella había un chico de mediana edad que se mantenía refugiado tras la parte de la puerta que aun estaba cerrada.
  -¿Qué quieren?- preguntó con desconfianza.
  -Venimos a hablar de su hermana, Kelly Sanders.
  -¿Qué ha pasado?
  -¿Podemos entrar?- respondió ella.
Él miró asomar su placa bajo la americana y ella asomo el resto de esta para que la viera totalmente. Él la miró de nuevo.
  -Pasen- dijo abriendo la puerta del todo.
Entraron a un comedor y se sentaron en el sofá. Aby apoyó su libreta de notas en el reposabrazos.
  -Perdonen mi desconfianza, mi madre me enseñó desde pequeño a no abrir a desconocidos, esto no es como en el pueblo es una ciudad peligrosa- dijo con una despreocupada sonrisa.

Weaver captó que no debía de saber anda aun. Estaba algo nervioso pero no parecían los nervios producidos cuando escondes algo, simplemente estaba incómodo.
  -¿Y que pasa con kelly?
  -Lo siento mucho señor Sanders, la hemos encontrado esta mañana muerta en esta calle, a unas pocas manzanas de su casa.
  -Lo sabia, se lo dije- dijo poniéndose de pie.
  -¿Qué sabia señor Sanders?- preguntó Aby confusa.
  -Le dije que no se metiera en esas cosas, pero no me hizo caso y ahora…ahora está muerta.
  -¿Qué cosas Peter? – preguntó Hughes.
  -Hace un par de meses se metió en una cosa de esas de conocer gente por Internet. Al principio me daba igual, pero luego dijo que iba a quedar con uno de esos tipos, le dije que no fuera, que podía ser un pirado, pero me ignoró y se fue.
  -¿Cuándo?- dijo Huxley.
  -Ayer por la mañana, dijo que se reuniría con ese tipo en Bowery Bay.
  -¿Bowery Bay? ¿Está seguro?- dijo Aby.
  -Si estoy seguro.
  -¿Sabe como se llamaba el hombre con el que quedó?
  -No, pero su ordenador está en su habitación, por si sirve.
 Huxley se levantó y se dirigió al cuarto junto con el hermano de la chica. Los pasos se fueron alejaron por el pasillo y luego se empezó a escuchar el ruido del movimiento de varias  objetos metálicos. Aby estaba en silencio, observando los muebles de la casa. No hacía mucho que se habían mudado, por lo que a ella le había parecido ver en Peter Sanders era que ambos tenían un lazo familiar muy fuerte. Pese haber dejado a su familia en el pueblo ellos se habían mantenido juntos, algo poco inusual en dos hermanos. Ello podía deberse a la falta de dinero también, pero no se habrían marchado si no se lo hubieran podido permitir.
Los marcos de fotos se apilaban sobre la repisa de la estantería, junto con algunas figuras de dudoso  gusto. Algunos contenían fotos, pero otros permanecían vacíos. Algunas cajas se amontonaban en las esquinas con cosas dentro, Aby pudo ver un reloj de madera, libros y pocas cosas más. Sin duda llevaban aquí poco tiempo.
Peter apareció y se sentó de nuevo frente a Aby y a Hughes.
  -¿Cuánto tiempo llevaban viviendo aquí?- preguntó Hughes.
Aby volvió la vista hacia él sorprendida. Era como si le hubiera leído los pensamientos ¿Cómo lo hacía? Se volvió de nuevo hacia el hermano de la víctima.
  -Apenas unos meses. Yo no quería mudarme a esta estúpida ciudad, le dije a Kelly que no era seguro, que esto no era como nuestro pequeño pueblo, donde todos nos conocíamos y podáis salir a la calle sin miedo.
  -¿Entonces porqué la acompañó?
  -Mi madre me pidió que la protegiera por un tiempo, hasta que se le quitará la idea de la cabeza y quisiera volver.
  -¿Por qué quería marcharse ella?
  -Le aburría el lugar donde vivíamos, ella quería ser famosa- dijo mientras ahogaba un pequeña sonrisa al recordarlo- pero cambió mucho cuando llegamos aquí.
  -¿En que sentido?
  -Cuando vinimos ella se apuntó a clases de dramatización, canto..las primeras semanas parecía volcada en sus estudios, pero luego empezó a ir a muchas fiestas, a no ir a las clases… se volvió arisca y distante…. A veces se desmayaba de repente o se mareaba y tenía nauseas, me temí lo peor pero no me dijo nada.
  -Muchas gracias señor Sanders, le informaremos en cuanto tengamos algo- dijo ella mientras se levantaba del sofá.
                        
                        ………………………………

Aby fue a buscar a uno de los informáticos y le dio el portátil de Kelly. Se sentó en su viejo sillón y observó los nuevos apuntes de la pizarra blanca. Ya comenzaba a atardecer y las luces de los últimos rayos de sol teñían de naranja las paredes de la oficina.
Huxley colocó una taza de café delante de ella.
  -Gracias- respondió con una sonrisa.
  -¿En que piensas?- dijo mientras se sentaba a su lado.
  -¿Qué llevaría a una buena chica a ser una irresponsable?
  -Malas compañías.
  -Puede ser, aunque lo que realmente me sorprende es el cambio de comportamiento, quiero decir que las malas compañías no deberían influir en su comportamiento.
  -Eso nunca lo sabremos.
  -Error amigo- dijo Hughes de repente- tengo algo de los informáticos.
  -¿El nombre del tipo del chat?- preguntó Aby.
  -Mejor- se lo pensó un momento- bueno no se si es mejor, es bueno de todas maneras, aunque…
  -Al grano- dijo Aby.
  -Si claro. Han recuperado las conversaciones con nuestro hombre misterioso, y créeme, no tenían una cita para conocerse mejor.
Les tendió a cada uno un taco pequeño de folios. Aby lo miró por encima. Típico texto de chat, emoticones, preguntas cortas de monótonas contestaciones y abreviaturas.
  -Danos un resumes Hughes- le dijo ella.
  -Si leéis os daréis cuenta de que realmente no se habían conocido porque buscaran una relación. Kelly Sanders quería algo más que una pareja, más bien ese no era su interés.
  -Por favor Hughes deja de hacerte el misterioso y dilo de una vez- le bufó ella.
  -Vamos déjale disfrutar de su hallazgo.
  -Gracias Huxley, pero realmente lo que Kelly quería eran drogas, exactamente Popper.
  -Eso concuerda con los síntomas que describió el hermano, nauseas, desmayos…-dijo Huxley.
Aby cogió su móvil del bolsillo de su chaqueta y marcó el número de Brook.
  -Justo ahora iba a llamarla Weaver, ya tengo los resultados y son realmente interesantes.
  -Vamos para allá. Huxley, quédate por si llaman los informáticos.
  -Entendido- dijo dándose la vuelta.
  -Hughes, tú y yo nos vamos a ver a Brook.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Capítulo 2

-Capítulo 2:
Sus manos, secas y con abruptas heridas que dibujaban líneas imprecisas sobre su piel, acariciaban suavemente la funda de cuero marrón. El contacto era delicado, frágil, como si respetara profundamente el utensilio de sus manos. Su templo. Su sello personal.
Miró su demacrado reflejo en el espejo, aunque apenas podía ver nada tras esa suciedad que lo cubría. Apartó uno de los mechones de su desaseado pelo negro y miró la herida sobre su piel.
Siempre era muy meticuloso en su trabajo, se lo propuso cuando decidió empezar con todo esto, cuando su obsesión renació de nuevo en su cabeza, ocupando cada milímetro de su perturbada mente.
Siempre escondido tras el velo del miedo y del misterio desarrollaba algo que cuantos lo conocían habrían puesto en entredicho, pero ¿quien le conocía realmente? La gente le había despreciado, y aquellos que no se limitaron a mirar para otro lado conocían únicamente la parte más silenciosa de su persona, pero tras ese manto de tranquilidad y lejanía, se escondía una mente perturbada e inteligente. Una mente incapaz de sentir remordimientos, de ponerse en el lugar del otro, incapaz de sufrir.
Miró el reloj que descansaba sobre la mesita colocada a su lado.
  -Todavía me quedan unas cuantas horas- se dijo a si mismo.
Adelantó unos pasos por el pasillo del oscuro edificio y escuchó el crujido de un insecto al aplastarlo con el pie, pero ni se inmutó, continuó caminando con la vista al frente en el sombrío comedor de enfrente. La luz de la mañana proyectaba su luz entre los resquicios de luz que permitían las persianas bajadas.
Cuando por fin cruzó la puerta encendió un pequeño flexo de una mesa que iluminó los perfectamente ordenados papeles que había sobre esta. Se frotó sus ojos cansados y se sentó. Colocó una taza de café sobre los montones de papeles inservibles, con cuidado para no manchar nada.
Abrió una de las carpetas con el nombre escrito y comenzó a ojear los datos recopilados por encima. Fotos, horarios…un estudio personalizado de los hábitos de su próxima víctima.
Le dio un largo trago al café. Su sabor amargo recorrió sus papilas mientras recorría ardiente su garganta. Estaba algo cansado pero se veía incapaz de dormir, estaba demasiado excitado, demasiado emocionado para peder el tiempo durmiendo y que algo saliera mal.
Desvió la mirada a un pequeño marco que había en una repisa de madera. La foto, de 23 años atrás, estaba algo sucia y estropeada pero aun se diferenciaban las figuras que se fotografiaron en su día. Se miró a si mismo, de niño, con esa mirada tierna e inocente, con esa alegría y esa naturalidad propia de esa edad.
Pero 23 años eran demasiados incluso para él. Las cosas habían cambiado durante ese tiempo. Tras la tragedia pasó por distintas fases, la de lamentarse, la de resignarse y llegó a un punto en el que su mayor objetivo era la venganza, tenían que pagar por lo que le hicieron. Cuantas veces se había mirado al espejo y había repudiado su propia imagen, en lo que se había convertido. Pero decidió romper ese cristal, empezar de cero y comenzar lo que había planeado durante esas noches en las que la rabia le consumía poco a poco, hasta dejar de aquel niño, únicamente un resquicio marcado por la rabia y la sed de venganza.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Primer capítulo parte 7

Primer capítulo:
Un insoportable pitido la despertó. Tanteó la mesita de noche, todavía algo desorientada para tratar de apagarlo. Cuando por fin sus manos encontraron el botón, le propinó un golpe para callarlo. Odiaba el sonido de ese despertador, pero por desgracia era el único que la levantaba.
Miró los número digitales que marcaban las diez de la mañana ¿Cómo era posible? Estaba segura de que lo puso a las ocho como cada día.
En cuanto estuvo vestida salió corriendo de su casa.
                    ……………….
  -Parece que a la inspectora se le han pegado las sábanas- dijo Huxley con una sonrisa burlona.
  -Ayer puse mal el despertador.
  -¿No tienes una excusa mejor?- dijo Hughes.
  -No es una excusa, es la verdad ¿Tenemos algo?
  -No, ha llamado Brook, dice que sigue sin reconocer el arma pero que va intentar que los de informática le hagan una simulación a ordenador- dijo Huxley.
  -Además me he molestado en llamar a la amiga de la víctima,  que era la única que sabía que Isabel solía ir al puerto y dice que no le dijo nada a nadie sobre eso- informó Hughes.
  -Entonces si que tenéis cosas. Me alegro de que no hagáis el vago cuando me retraso.
  -Ya sabes que somos profesionales- dijo Huxley.
  -Claro, claro…- le respondió ella.
Caminó hacia la cafetería. Con la carrera de esa mañana no había ni desayunado. Se sirvió un café solo y sin azúcar. Le gustaba el agrio sabor del café natural, sin que lo estropeara el sabor del azúcar.
  -Solo y sin azúcar, sorprendente- dijo Hughes.
  -Me gusta así. Amargo y fuerte.
  -Dicen que la forma de tomar el café es un reflejo de la personalidad.
  -¿Crees que soy amarga?- dijo Aby poniéndose frente a él.
  -No, no quería decir eso.
Parecía nervioso. No era eso lo que quería decir, pero la había cagado hasta el fondo.
  -¿Entonces que querías decir?
  -Pues…yo quería decir que…
  -Déjalo.
Dio media vuelta y salió de la cafetería con su taza ardiendo en la mano. No se había enfadado, realmente esos comentarios los había recibido desde que llegó a la comisaría y le resbalaban ¿Por qué haberlo escuchado de la boca de Hughes iba  a ser diferente? Claro que no, pero en realidad le había sentado mal, por primera vez.
Se sentó en su silla granate de oficina y comenzó a beber de su taza a pequeños sorbos.
  -¿Te ha molestado lo que te he dicho?
  -No- dijo ella mientras miraba unos papeles.
  -No quería decir eso…
  -Déjalo. No estoy enfadada, es más lo comentarios de ese tipo me dan igual, me preocupa más saber que hay un asesino suelto que tus disculpas.
  -Se puede oler la tensión en cuanto entras- dijo Huxley- ¿Qué pasa?
  -Nada- zanjó Aby- ¿Qué tienes?
  -Noticias del señor Brook, nos espera en el laboratorio.
  -Pues vamos- dijo ella cogiendo su chaqueta de cuero marrón.
Hughes caminó detrás de ella. Cuando se dio cuenta se giró y se paró en seco delante de él.
  -Tú te quedas por si pasa algo.
  -Ya nos avisará alguien de la comisaría. Prefiero acompañarte.
  -Ya, pero lo que prefieras me da lo mismo, ahora te quedas aquí y ya está ¿lo entiendes?
Asintió decepcionado con la cabeza y se dio la vuelta hacia su mesa. Un asalto más en la puntuación de Aby, aunque no se sentía demasiado bien por su victoria.
  -¿Por qué le has hecho eso?- dijo Huxley mientras caminaban hacia el laboratorio.
  -¿El que?
  -No te hagas la tonta, no le has dejado acompañarnos.
  -Era por si nos llamaban nada más.
  -Están los otros agentes.
  -A  veces se les pasan las cosas.
  -Ya, será por eso…
                       ……………
El laboratorio de Brook apestaba a alcohol etílico y a desinfectante. Ese aroma  agrio era una de las cosas a las que Aby no había logrado acostumbrarse tras tantos años de trabajo. Siempre que entraba se fijaba en las blancas paredes y en las luces del techo parpadeando de lo usadas que estaban. Las camillas metálicas se acumulaban por los pasillos, cubiertas por protectores verdes que cubrían los cuerpos. No era un lugar demasiado agradable para visitar, pero solo ahí te dabas cuenta de la realidad de la vida y de su fugacidad, del paso del  tiempo a veces tan lento y predecible, y otras en que te dabas cuenta de que cualquiera puede parar ese tiempo a voluntad.

Brook les estaba esperando en un pequeño despacho, revisando los papeles.
  -¿Tienes la simulación a ordenador? –preguntó Aby.
  -Imposible, no tengo medios. Los únicos que me podrían echar un cable trabajan en el FBI y no puedo meter mano en esos temas.
  -¿Entonces para que nos has hecho venir?- dijo ella irritada.
  -Seguro que no era para gozar de tu amabilidad inspectora ¿se ha levantado con mal pie?
  -¿Para que hemos venido?
  -Yo solo soy un humilde forense sin poder, pero tú a lo mejor puedes hacer algo para que el FBI nos de una ayudita.
  -Eso se puede decir por teléfono.
  -Pero el teléfono es frío y lejano, no tiene la familiaridad de una conversación cara a cara. Te he dejado una copia del informe de la autopsia en la entrada, seguramente lo necesitarán.
  -Yo tampoco se si podré hacer mucho Brook, pero no estoy para perder el tiempo así que la próxima vez que te aburras te compras un libro.
Se dio la vuelta y cogió la carpeta que había en la entrada. Su compañero se mantuvo de pie en la puerta del laboratorio.
  -Pase una buena mañana inspectora- dijo el forense con sarcasmo.
  -No la hagas enfadar más- respondió Huxley.
  -¿Se puede saber que le pasa hoy?
  -Pelea con Hughes, siempre la ponen de mal humor. Por cierto me ha llamado la atención ¿Por qué hay tanto cadáver ahí fuera?
  -Una pelea de bandas, no tengo bastante sitio en los refrigeradores así que los tengo fuera.
  -¿Quién se está encargando del problema?
  -Los de bandas, todo el día dicen estar agobiados ¡Agobiado yo que tengo que hacer las autopsias a estos pandilleros!
  -Vamos Brook no te quejes, si en el fondo es tu vocación.
  -Ya os llamaré si tengo algo bueno de verdad, no quiero que Weaver me haga estar al otro lado de la camilla.
  -Eres el mejor forense de la ciudad, le costaría más buscar a alguno mejor que tú.
  -Esa es la razón por la que aún no me ha pegado un tiro.
  -Si.
  -Pues entonces me pondré a trabajar por si cambia de idea.
Hughes salió de la sala. Ahora todo el recinto parecía una nevera gigante. Se estremeció al pasar por delante de uno de los conductos de aire acondicionado que funcionaban a gran intensidad.
  -¡Huxley!- gritó Aby desde el otro lado de la puerta- han encontrado un cadáver en Lincoln Square.
                        ………………
El cadáver estaba sobre el húmedo césped de un parque privado y su rapa estaba húmeda. Unos policías estaban interrogando a la mujer que la había visto. Estaba nerviosa e impresionada. Había bajado a pasear a su perro y se encontró con el cadáver.
  -¿Qué tenemos Hughes?- preguntó ella.
  -Mujer, unos 28 años, ni cartera ni teléfono.
  -¿Un robo fallido?
  -Lo dudo, lleva un reloj bastante caro. Además el bolso está, lo que no hay es cartera.
  -Está bien, diles a los forenses que saquen huellas y se lleven el cadáver al laboratorio. Quiero que rastréis la zona en busca de algo que nos sirva para pillar al que hizo esto.
  -Según un vecino limpian el parque todos los días a las diez y media- dijo Huxley.
  -¿Y me quieres decir que el que limpiaba no se dio cuenta de que había un cadáver en el parque?
  -Ni idea, habla tú con él.
Aby se alejó a un banco que había en la otra parte del parque, bajo un enorme árbol. Un hombre de edad avanzaba gesticulaba nervioso a un agente de policía.
  -Ya me ocupo yo- dijo Aby, invitando al policía a marcharse.
  -Soy la inspectora Weaver de la policía ¿trabaja usted en este edificio?
  -Si, pero ya le dije al guardia que no vi nada. La señora que paseaba al perro bajó sobre las once y cuarto.
  -Según me han dicho usted limpia el parque a las diez y media. No es una zona muy amplia que digamos ¿Por qué empezó a limpiar tan tarde?
  -Yo llegué a mi hora. Pero llamé a mi hijo para ver como le había ido la operación a su mujer. Me entretuve hablando y se hizo tarde.
  -Tendrá que acompañarnos a comisaría.
  -Les juro que no hice nada.
  -Tenemos que comprobarlo, las cosas funcionan así. Si quiere puede llamar a un abogado.
  -No, no creo que me haga falta.
Aby se levantó del banco y se alejó. El hombre metió la cara entre sus manos y un agente lo llevó hacia el coche de policía.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 1 (parte 6)

Capítulo 1
Aby cerró la puerta dejando a la chica gritando y resoplando por la divertida estancia que le esperaba ahí metida.
  -Huxley, llama al que organizó la fiesta y que te pase una lista de los invitados. Yo me voy al bajo a ver si veo algo de interés.
  -Claro jefa- dijo Huxley cogiendo el teléfono.
  -¿Y yo que?- preguntó Hughes.
  -Lo que quieras, puedes quedarte aquí o venirte conmigo.
  -Prefiero un poco de acción en vez de tener que mirar nombres en una lista.
  -Lo mío también es acción, tengo que comprobar que el fax llega bien- dijo Huxley.
  -Pues ponte el chaleco antibalas por si acaso- se mofó Aby.
  -Ya vendréis a llorarme.
  -Cuando tengas la lista, llámame.
                    ……………………
No fue difícil encontrar el callejón, era el único en el que se había celebrado una fiesta salvaje. Además las llamadas a la policía esa noche señalaban a una sola dirección y a un solo número.
  -¿Tú de adolescente eras igual de seria?- preguntó Hughes cuando salieron del coche.
  -No te gustaría haberme visto a mí de adolescente.
  -¿No me digas que eras una rebelde que rompía las normas y se escapaba de casa para ir de fiesta?
  -No, tanto no. Pero no era demasiado buena- dijo ella con una sonrisa.
  -No me lo creo, seguro que eras de esas que se pasaba las noches metida en casa leyendo novelas románticas y soñando con su príncipe azul.
  -Nunca he sido de las del príncipe azul, más bien de volátiles caballeros.
  -Cuanto más te conozco más me impresionas Weaver.
Ella se ruborizó y adelantó unos cuantos pasos para que no se le notara demasiado.
Un cartel con letras de neón se alzaba encima de una puerta metálica llena de papeles pegados con celo que promocionaban discotecas o alguna fiesta por la zona.
  -Espero poder verte en acción algún día.
  -Siento decepcionarte, pero esa Aby se volatilizó cuando se hizo policía.
  -Menuda decepción.
Aby tocó a la puerta con los nudillos helados por el frío. Maldijo en sus pensamientos el haberse dejado los guantes en la comisaría. El aire frío era punzante y la humedad se calaba hasta los huesos.
Un hombre corpulento vestido todo de negro les abrió la puerta. Estaba de mal humor, solo había que ver la cara que le puso a la inspectora cuando la vió.
  -¿Qué quieren?-dijo bruscamente.
  -Soy la inspectora Weaver y él Hughes, tenemos que hablar de la fiesta de anoche.
  -Escuche ya lo he dicho antes, todos los permisos están en regla y respetamos los horarios, si les molesta que se jodan.
  -Relájese no venimos a hablar de eso.
  -¿Entonces que quieren?
  -Investigamos un asesinato.
  -¿Y eso que tiene que ver con mi fiesta? No han matado a nadie que yo sepa.
  -Supongo que mi compañero ya le habrá llamado para que nos de la lista de invitados, pero queremos saber si conoce a Tamala Colin.
  -Me suena de haber hablado con ella anoche, estaba muy borracha.
  -¿Sabe con quien estaba?
  -Si, con un chico creo que se llamaba Jon o Joel no me acuerdo.
  -¿Podría describirlo?
  -Si, era alto delgado y con el pelo algo despeinado.
  -¿Sabe si salieron de la fiesta en algún momento?
  -No, no soy el vigilante. Me da igual quien entra y quien sale.
  -¿No tiene nadie en la puerta por si intentan colarse?
  -No, porque tengo una cámara de seguridad y un tipo que controla.
  -¿Nos podemos llevar esos videos?
  -No, a no ser que traigan una orden judicial- dijo cruzando los brazos para reafirmarse.
  -Eso nos retrasaría mucho, mejor que nos la de ahora.
  -No.
Aby subió un escalón para ganar altura, aunque él todavía la superaba algunos centímetros. Lo miró directamente a los ojos y sin contemplaciones.
  -Escúchame que midas dos metros y seas dos veces más ancho que yo no me asusta ni un poco. Puedes darme los videos y yo desaparezco, o si no me encargaré de que vengan unos cuantos inspectores de sanidad a tu próxima fiesta y unos cuantos polis para que vean si tienes lo papeles en regla ¿Qué prefieres?
Durante un segundó, el gorila cogió aire preparándose para contestar a Weaver. Pero ella continuaba firme y sin desviar la mirada.
  -Pasad.
Aby mostró una sonrisa malévola cuando se dio la vuelta y entró al local.
La única luz que entraba era la de las ventanas colocadas en la parte de arriba. Los edificios colindantes enmascaraban cualquier posible rayo de sol. El suelo estaba pegajoso y a cada paso Aby hacía un esfuerzo para levantar los pies. No era exactamente una discoteca en la que limpiaran tras la noche de fiesta. La basura se acumulaba por los rincones.
  -Esperad en la barra, ahora los traigo- dijo señalándoles con su rechoncho brazo unos taburetes.
Los policías se pusieron frente al mostrador. Ella miró los taburetes de plástico rojo que intentaban imitar de alguna manera al cuero natural, pero estaban  llenos de manchas recientes y no tan recientes que se habían filtrado en el tejido.
  -¿No te sientas?- preguntó Hughes con ironía.
  -No, creo que estoy mejor de pie.
  -Vamos si parecen muy confortables.
Ella le puso la mano en el hombro y presionó hacía abajo, lo que le hizo tener que apoyarse bruscamente en el taburete.
  -¿Qué? ¿Son cómodos?
  -Creo que voy a tener que tirar estos pantalones en cuanto llegue a casa.
Ella sonrió y miró las botellas de colores que reposaban tras la barra. La mayoría estaban medio vacías y algunas frutas para cócteles, permanecían a su lado en un viejo frutero de cerámica. Aby miró unas cuantas fotos pegadas en un corcho. Había centenares de ellas y en todas había una fecha puesta.
  -Hago fotos de todas las fiestas- dijo el dueño.
  -Ya veo ¿tiene de la de ayer?- preguntó Aby.
  -Si es la última a la izquierda.
  -Cógela Hughes ¿tiene ya los vídeos?
  -Si- dijo mientras le tendía un CD guardado en una carátula de plástico transparente.
   -Gracias.
                                   ……………………….
Aby no había soltado el disco en todo el viaje. La visita a ese tugurio había sido bastante más productiva de lo que ella esperaba.
  -¿Qué tenéis?-preguntó Huxley.
  -Más de lo que esperas. Resulta que esa noche Tamala y Joel estuvieron juntos en la misma fiesta, y resulta que el local está  a muy poca distancia de Bowery Bay- dijo Aby.
  -Pues yo he cotejado las listas, algunas personas aseguran haber estado con Tamala en la fiesta, dicen que se marchó sobre las doce y media de la noche.
  -Está bien, quiero hablar con ella. Hughes y Huxley id a por el novio y que os cuente donde estuvo anoche y quiero la verdad.
  -Entendido- respondieron al unísono.

Abrió con fuerza la puerta de la sala de interrogatorios y la cerró de un portazo que sobresalto a la chica.
  -¿Por qué me has mentido?
  -No le he mentido.
  -Claro que si, dijiste que estuviste en la fiesta toda la noche, pero unos testigos aseguran que saliste sobre las doce y  media y no volviste pasadas las tres.
  -No diré nada sin un abogado.
  -Está bien no me hace falta tú declaración, hay cámaras de seguridad que grabaron quien entró y quien salió del local ¿Qué harás cuando las haya visto?
  -Primero vean el video y luego hablaré, pero con mi abogado delante.
  -Como quieras, más tiempo pasarás aquí.

Aby salió de la sala de interrogatorios y puso el DVD en su portátil. Hughes y Huxley se colocaron alrededor de ella.
Comenzaron a ver el video a cámara rápida, pero de repente ella paró cuando vio la figura de Tamala saliendo por la puerta.
  -Las doce y media pasadas, sin duda es ella.-dijo Huxley.
Adelantaron un poco más, hasta las tres.
  -Y vuelve a esa hora, a partir de ahí ya no sale hasta que se hace de día, solo para fumar de vez en cuando- respondió Hughes.
  -Ha pedido un abogado pero con esto tenemos bastante para inculparla- dijo Aby mientras se levantaba de la silla.
  -Reza porque la abogada no sea Julia Kingstone.

Pero no hubo suerte, la abogada de oficio era ella. Todos los de la comisaría la odiaban. No te dejaba respirar, tenía respuestas para todo y sacaba cosas donde no las había. Aparte su enorme ego y su capacidad para pisotear a los demás era algo realmente molesto. Pensaba que los policías eran estúpidos y eso sacaba a Aby de sus casillas.
  -Buenos tardes inspectora Weaver- dijo con sarcasmo.
Su cara empezaba a mostrar las primeras arrugas de mujer mayor. Llevaba unas gafas juveniles con las que intentaba disimular su edad, pero solo conseguía estar más ridícula.
  -Me parece que no vas a hacer demasiada falta, tenemos pruebas suficientes para culparla.
  -¡Pero si yo no he hecho nada!- saltó Tamala.
  -Cállate- le respondió la abogada con firmeza- dirás lo que yo te diga ¿entendido?
  -Si.
  -¿Y que pruebas tiene para culpar a mi clienta?
  -Un video en el que se demuestra que nos mintió, dándonos una coartada falsa. Salió del local justo en las horas establecidas como hora de la muerte. Aparte el local estaba cerca de la escena del crimen y ella tenía un móvil.
  -Pero mi clienta asegura no conocer que la víctima se encontrara en Bowery Bay.
  -O puede que si y haya vuelto a mentir.
  -¡No miento!
  -¿Qué parte de no hablar no entiende señorita Colin?-dijo la abogada- por ahora no tienen nada que la inculpe, aparte de unas grabaciones.
  -¿Y que pasa con la obstrucción a la justicia? Nos ha mentido.
  -Mi clienta estaba en estado de embriaguez esa noche, por tanto su coartada no es sólida ni válida ¿algo más inspectora?
  -No, por ahora.
Salió de la sala de interrogatorios con una rabia que apenas le cabía en el cuerpo. Esa maldita abogada parecía más interesada en interponerse en las investigaciones y mostrar sus conocimientos que en atrapar asesinos.
  -¿Qué has conseguido?- preguntó Hughes.
  -Nada, Kingstone ha conseguido que salga sin cargos- ¿Y Joel?
  -Igual, al menos he conseguido que lo acusen de obstrucción, pero no salió del local hasta pasadas las cinco, así que queda libre.
  -¿Por qué nos mintió?
  -Seguramente se escapó de casa para ir a la fiesta, a veces no se dan cuenta de que les pillaremos aunque mientan.
  -Yo estoy segura de que Tamala tiene algo que ver, tenía un móvil y una situación perfecta.
  -¿Pero como se enteró de que ella estaba allí?
  -Eso es lo que no me cuadra.
  -Quizá sea inocente.
  -Pues yo creo que no.
                    …………………..
Aby miró por la ventana de su habitación. La ciudad estaba iluminada por las luces nocturnas. Pequeños cuadrados de luz se distinguían sobre los edificios iluminando las siluetas de los rascacielos. No abrió la ventana, hacía demasiado frío, así que decidió disfrutar de las vistas tras el cristal. Miró la iglesia de Sant Patrick, en Park Avenue. Tuvo mucha suerte cuando compró el apartamento y sin duda la imagen que había tras su ventana era de la mejores de la ciudad. La única luz que quedaba en la iglesia se apagó quedando únicamente alumbrada por  las farolas de su alrededor.
Aby se tiró encima de la cama, agotada por el cansancio y apagó la luz de su mesilla de noche. Ahora la estancia estaba únicamente iluminada por la luz de la luna que se reflejaba con su color azulado por la habitación. De vez en cuando algún coche pasaba por la calle y sus faros creaban un amanecer instantáneo en el cuarto de la inspectora, para luego dejarla de nuevo sumida en la más profunda oscuridad.