Vistas de página en total

miércoles, 16 de marzo de 2011

Capítulo 2

-Capítulo 2:
Sus manos, secas y con abruptas heridas que dibujaban líneas imprecisas sobre su piel, acariciaban suavemente la funda de cuero marrón. El contacto era delicado, frágil, como si respetara profundamente el utensilio de sus manos. Su templo. Su sello personal.
Miró su demacrado reflejo en el espejo, aunque apenas podía ver nada tras esa suciedad que lo cubría. Apartó uno de los mechones de su desaseado pelo negro y miró la herida sobre su piel.
Siempre era muy meticuloso en su trabajo, se lo propuso cuando decidió empezar con todo esto, cuando su obsesión renació de nuevo en su cabeza, ocupando cada milímetro de su perturbada mente.
Siempre escondido tras el velo del miedo y del misterio desarrollaba algo que cuantos lo conocían habrían puesto en entredicho, pero ¿quien le conocía realmente? La gente le había despreciado, y aquellos que no se limitaron a mirar para otro lado conocían únicamente la parte más silenciosa de su persona, pero tras ese manto de tranquilidad y lejanía, se escondía una mente perturbada e inteligente. Una mente incapaz de sentir remordimientos, de ponerse en el lugar del otro, incapaz de sufrir.
Miró el reloj que descansaba sobre la mesita colocada a su lado.
  -Todavía me quedan unas cuantas horas- se dijo a si mismo.
Adelantó unos pasos por el pasillo del oscuro edificio y escuchó el crujido de un insecto al aplastarlo con el pie, pero ni se inmutó, continuó caminando con la vista al frente en el sombrío comedor de enfrente. La luz de la mañana proyectaba su luz entre los resquicios de luz que permitían las persianas bajadas.
Cuando por fin cruzó la puerta encendió un pequeño flexo de una mesa que iluminó los perfectamente ordenados papeles que había sobre esta. Se frotó sus ojos cansados y se sentó. Colocó una taza de café sobre los montones de papeles inservibles, con cuidado para no manchar nada.
Abrió una de las carpetas con el nombre escrito y comenzó a ojear los datos recopilados por encima. Fotos, horarios…un estudio personalizado de los hábitos de su próxima víctima.
Le dio un largo trago al café. Su sabor amargo recorrió sus papilas mientras recorría ardiente su garganta. Estaba algo cansado pero se veía incapaz de dormir, estaba demasiado excitado, demasiado emocionado para peder el tiempo durmiendo y que algo saliera mal.
Desvió la mirada a un pequeño marco que había en una repisa de madera. La foto, de 23 años atrás, estaba algo sucia y estropeada pero aun se diferenciaban las figuras que se fotografiaron en su día. Se miró a si mismo, de niño, con esa mirada tierna e inocente, con esa alegría y esa naturalidad propia de esa edad.
Pero 23 años eran demasiados incluso para él. Las cosas habían cambiado durante ese tiempo. Tras la tragedia pasó por distintas fases, la de lamentarse, la de resignarse y llegó a un punto en el que su mayor objetivo era la venganza, tenían que pagar por lo que le hicieron. Cuantas veces se había mirado al espejo y había repudiado su propia imagen, en lo que se había convertido. Pero decidió romper ese cristal, empezar de cero y comenzar lo que había planeado durante esas noches en las que la rabia le consumía poco a poco, hasta dejar de aquel niño, únicamente un resquicio marcado por la rabia y la sed de venganza.

1 comentario:

  1. mmm.. la venganza, me encanta que te hayas metido n la ment del agresor ... ahora quiero saber quien es su objetivo..
    Solo puedo decir que me fascin como describes esa mente perturbada !

    ResponderEliminar